Un informe elaborado por Itersia-Centro de Psicoterapia en base a diferentes estudios muestra que las redes sociales y sus algoritmos, especialmente los contenidos nocivos, tienen un impacto en las personas más vulnerables y pueden aumentar los trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
"Los TCA son trastornos mentales graves, con una elevada morbilidad y mortalidad. Lo que vemos en consulta es que las redes sociales, y especialmente sus algoritmos, actúan como un acelerador del malestar en personas vulnerables", ha indicado la psicóloga en Itersia Sonia Jardí.
Uno de los estudios, publicado en la revista 'Nutrients', ha expuesto que una baja autoestima e imagen corporal negativa son factores clave asociados a mayor riesgo de TCA, y que las redes sociales pueden actuar como un "amplificador" de ese riesgo.
Otro trabajo, publicado en 'Frontiers in Public Health', incide en que la autoestima en adolescentes y adultos jóvenes puede verse afectada por el uso de las redes sociales, lo que conduce a una insatisfacción corporal que puede resultar en un mayor uso de estas plataformas con acceso a contenidos pro-anorexia y pro-bulimia, lo que puede contribuir al desarrollo de estos trastornos.
En el caso de la red social TikTok, unos investigadores han analizado más de un millón de vídeos, demostrando que los algoritmos de usuarios con TCA les sirven una proporción "muy superior" de contenido sobre apariencia, dietas, ejercicio extremo y material "tóxico" relacionado con la patología, en comparación con usuarios sanos, y que este sesgo del algoritmo se asocia a mayor gravedad de los síntomas.
"El problema ya no es solo a qué cuentas sigue el usuario, sino qué decide mostrarle el algoritmo. Las personas con TCA acaban atrapadas en burbujas de contenido que refuerzan sus síntomas", ha añadido la especialista.
Entre las investigaciones analizadas hay otro que concluye que el tiempo que se pasa en redes sociales no es lo que mejor predice el riesgo, sino que es precisamente el contenido, y es que la exposición a contenido de pérdida de peso se relaciona con menor aprecio corporal, más miedo a la evaluación negativa y más conductas alimentarias de riesgo, mientras que el contenido "positivo" o "neutral" no resulta claramente protector.
"Las redes sociales pueden disparar el riesgo y agravar los casos La combinación de vulnerabilidad previa (baja autoestima, perfeccionismo, historia de acoso, etc.) con exposición masiva a contenido centrado en el peso y el cuerpo y algoritmos que refuerzan ese contenido, aumenta la probabilidad de desarrollar o cronificar un TCA", ha agregado Jardí.
SIGNOS DE ALARMA
Por otro lado, la psicóloga ha hablado sobre los signos de alarma de este tipo de trastornos, entre lo que pueden encontrarse la preocupación constante por el peso y el cuerpo; las calorías o "comer limpio"; hacer dietas cada vez más estrictas, saltarse comidas o inventar excusas para no comer; atracones y conductas compensatorias como provocarse el vómito; usar laxantes sin indicación médica; hacer ayunos largos; o realizar ejercicio excesivo.
Además, ha llamado la atención sobre los "cambios de peso importantes en poco tiempo, la necesidad de controlarlo todo que tenga que ver con la comida y una autoestima muy ligada al cuerpo y la báscula".
Este tipo de trastornos pueden provocar un "miedo intenso" a engordar, culpa o vergüenza después de comer, verse "gordo" aunque el peso sea normal o bajo, irritabilidad, tristeza y tendencia a compararse con otros en redes.
A nivel de comportamiento, es frecuente que estas personas quieran siempre comer siempre a solas, evitar comidas familiares o con amigos, ir al baño justo después de comer o volverse muy rígidas con horarios y rituales al comer; mientras que a nivel físico pueden aparecer cansancio extremo, mareos, sensación de frío, caída de cabello, alteraciones de la regla, problemas dentales, entre otros.
"Cada mes de retraso en el abordaje de un TCA es un mes en el que el trastorno gana terreno. La detección precoz y el acceso rápido a recursos especializados marcan la diferencia en el pronóstico", ha concluido Jardí.