​La ética corporativa como activo estratégico

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Giovanna Gardella

En un entorno empresarial expuesto al escrutinio público, la ética corporativa es un activo estratégico. La sostenibilidad, la reputación y la confianza de los grupos de interés se construyen, o se pierden, en función de la integridad con que las empresas actúan.


Durante años, el cumplimiento normativo (compliance) no ha sido comprendido, pues aún hay quienes creen que se trata de un manual que se da sólo como lineamiento, formalidad considerada suficiente para evitar multas y mitigar riesgos reputacionales, sin entender que la ética no son sólo palabras sino hechos concretos.


Sin embargo, sin ética con un contenido real nos enfrentamos a una fórmula incompleta. El desafío para las organizaciones no es solo “cumplir la ley”, sino generar una cultura de integridad que oriente la conducta corporativa con estándares medibles


En esa línea, existen herramientas tecnológicas como ETICPRO que permiten hacer la labor de compliance con un enfoque orientado hacia la ética empresarial chilena modelando conductas con métricas reales. Su trabajo combina la eficiencia y estandarización de controles y, a la vez, alinea valores como la integridad y la transparencia.


También debemos elevar la consideración hacia el Compliance Manager como parte de una función estratégica al articular políticas de ética y fortalecer la toma de decisiones entregándole recursos tecnológicos para hacer su labor.


Por ello, debemos cambiar antiguas concepciones de modelos de prevención de delitos que son sólo formales y que, por lo mismo, impiden pensar en un avance sostenible. De hecho, el compliance debe involucrar al directorio, la alta gerencia y cada nivel operativo que muestre con evidencias que existe apego a la integridad.


Es vital que el liderazgo comprenda que ellos también deben gobernarse con este mismo sistema de control. El ejemplo que da a la empresa el directorio y la gerencia general es el punto de partida para cualquier transformación de cultura organizacional.


Estos elementos son claves como elementos diferenciadores de competitividad y sostenibilidad a largo plazo. Empresas éticas atraen talento, inversionistas y socios estratégicos.


A mi entender, la ética no es una declaración: es una práctica. Y en esa práctica se juega, hoy más que nunca, la confianza que permite a las organizaciones prosperar con legitimidad.


Giovanna Gardella

Managing Director de Compliance Global Consulting y ETICPRO

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