La encuesta definitiva

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Luis Riveros ok

Las encuestas de opinión han puesto de relieve notorias fallas en sus predicciones en las recientes elecciones ocurridas tanto en Bolivia como en Argentina. En ambos casos, las encuestas han notoriamente fracasado en pronosticar los resultados efectivos, esto es en cuanto a las preferencias mayoritarias de los electores. Esto representa un llamado de atención bien notorio para el caso de nuestro país, ad portas de una similar decisión electoral a nivel presidencial. Las encuestas chilenas han marcado una tendencia bastante clara en cuanto a quienes son los candidatos que lideran la competencia, cosa que se ha mantenido por algunos meses, aunque con algunas fluctuaciones atribuibles a los altos y bajos que se habrían observado en el intercambio comunicacional. A la luz de lo ocurrido en los países vecinos, sin embargo, surge la pregunta acerca de si acaso la batería de encuestas de que disponemos podrían resultar también, como en los casos citados, en pronósticos equivocados.


Las encuestas de opinión constituyen información orientadora para la ciudadanía a través de mediciones objetivas de preferencias. En ese sentido son un apoyo importante para los procesos democráticos de elección de autoridades. Por cierto, mucho se podrá discutir acerca de la relevancia de las mismas y de las diferentes metodologías utilizada para medir algo tan complejo como la representación de la opinión ciudadana. En efecto, aquí importa mucho el marco muestral de la medición, esto es como se seleccionan e interrogan a los participantes de la encuesta para que la muestra sea representativa de la población y sus respuestas marquen objetividad retratando la opinión ciudadana. Es evidente que el marco muestral, esto es el panel de personas a ser interrogadas, es muy decisivo en cuanto a los resultados. Por ello, se postula la necesidad de que el panel se constituya en una muestra representativa de la población que ha de pronunciarse en la elección misma, cosa que es efectivamente difícil cuando se interroga a un número muy acotado de personas para representar a varios miles de electores. La representatividad de la muestra es uno de los temas cruciales para considerar la calidad de una encuesta en cuanto a representar la opinión de una población. El otro tema es la metodología utilizada para interrogar a los encuestados; mucho se cuestionan los interrogatorios que no sean “cara a cara”, pero esto es ya un método impuesto por las condiciones materiales que rodean a la aplicación de una encuesta. Sobre esta base muchos cuestionan la calidad predictiva de una encuesta, especialmente si la misma recoge opiniones políticas.


En el caso chileno hay pocas contradicciones en los resultados observados a través de distintas encuestas. Ello hace presumir que están ajustados a la realidad que pretenden representar en cuanto a la opinión ciudadana. Pero esto ha sido así también en los casos de Bolivia y Argentina, y nadie ha explicado con claridad ese contraste entre predicciones y resultados. Es posible que eso permita modificar procedimientos y criterios para que las encuestas sean, como se espera, un apoyo sustantivo a los procesos democráticos. Sin embargo, es claro y reiterado: la verdadera encuesta se produce en el acto electoral mismo, con resultados irrefutables y no sometidos a ningún cuestionamiento sobre la forma que adquiere la medición.


Prof. Luis Riveros C.

Universidad Central

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