​La oportunidad que nos farreamos

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Alfredo barriga 2



En 1980, Corea del Sur era una economía emergente que dependía principalmente de la industria ligera. Su PIB per cápita por paridad de poder adquisitivo (PPA) era de unos US$2.300. En esa misma época, Taiwán basaba su economía en la manufactura (“made in Taiwan”) y tenía un PIB per cápita PPA de US$3.000. Israel en 1980 tenía un PIB per cápita tres veces más alto (US$7.500), pero hecho a base de agricultura y manufactura. Chile, por su parte, tenía un PIB per cápita (PPA) de US$ 2.500.


¿Cómo están hoy esas cuatro economías? Todas han experimentado un milagro económico. Pero hay milagros buenos y milagros mejores.


Corea del Sur logró una de las transiciones más rápidas hacia una economía avanzada, basada en la alta tecnología y la manufactura de alta calidad. Su PIB per cápita (PPA) actual es superior a los US$45.000. ¿Factores clave? La inversión masiva en educación, la rápida industrialización, el apoyo estatal a los conglomerados privados (el lucro no está demonizado) y un enfoque a la exportación. Salvo por esto último, nada que ver con Chile.


Taiwan se convirtió en un pionero en tecnología avanzada, especialmente semiconductores (insumo imprescindible en inteligencia artificial, automóviles, video juegos, etc.). Al igual que Corea del Sur, su foco prioritario ha sido en educación de calidad (subir a todos a los patines, en vez de bajar a los que ya los tienen), y en innovación. Su PIB per cápita actual es de más de US$55.000.


Israel es hoy por hoy un país líder en tecnología de punta. La inversión en educación, I+D y el sector de alta tecnología, junto con el apoyo al capital de riesgo han permitido a Israel destacarse en áreas como ciberseguridad y biotecnología. Su PIB per cápita actual es de más de US$42.000


¿Y Chile? Hemos pasado desde US$2.500 en 1980 a aproximadamente US$25.000 actualmente. Multiplicar por diez desde luego es algo de lo que podemos sentirnos orgullosos. Pero deberíamos darnos un baño de humildad y aprender de quienes lo hicieron aún mucho mejor.


¿Cuál es el factor común de esos tres países, dos de los cuales partieron más o menos del mismo lugar que nosotros, para que les haya ido tanto mejor? Creo que está claro con lo dicho arriba: invirtieron en educación e I+D.


En el caso de Israel, es de envidia: actualmente recibe entre 8.000 y 32.000 millones de dólares anuales en financiamiento a Startups. El sector del software y las tecnologías son el 50% de sus exportaciones y el 15% de su PIB. Allí están los mejores salarios del país.


Eso es lo que ellos hicieron y nosotros, no. Llevamos 40 años discutiendo ideológicamente acerca de la educación que queremos en nuestro país, pero no hemos avanzado en el desarrollo de capital humano, que es lejos el más importante para el desarrollo en este siglo digital. Respecto de nuestras cifras de I+D, son paupérrimas, de las peores de la OCDE, y muy inferiores a los tres países analizados.


Estamos en la Sociedad del Conocimiento. El activo más importante no es el cobre, o el litio, o el sol de Atacama, sino los talentos. Si no nos ponemos las pilas en serio al respecto, estaremos dentro de las naciones extractivas y fracasadas que describen los recientes ganadores del premio Nobel de Economía, Acemoglu y Robinson, autores de “Por qué fracasan las Naciones”


Alfredo Barriga Cifuentes,

Profesor UDP 


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