El tamaño del Estado y su eficiencia operacional se ha tomado en parte el debate político. Hay debate acerca del número de funcionarios públicos (unos dicen que son demasiados, otros que son los que corresponde). Hay debate acerca de los procesos del Estado (especialmente en lo que se refiere a la permisología). Hay debate acerca de los programas del Estado que están mal evaluados (¿cortarlos o mejorarlos?) Y, sobre todo, hay debate acerca de las finanzas públicas (¿recortar gastos o aumentar impuestos?). Pero, además, hay un tema que no se están considerando, y que para mí es el elefante en el salón: ¿cómo afecta la economía digital a la institución del Estado? ¿Cómo debería ser un Estado del siglo XXI?
El Estado tiene como propósito entregar servicios y prestaciones a los ciudadanos. Estos servicios corren sobre procesos, e involucran el manejo de dinero e información. A menor costo de procesos, mayor dinero disponible. A menor tiempo para los procesos, mayor calidad de prestación del servicio. A menor dinero disponible, mayor focalización necesaria respecto de prioridades. Por último, un factor que no se está teniendo en cuenta en la ecuación: a mejor información, menor costo de los servicios. Porque con mejor información se puede determinar qué se está haciendo mal y que se está haciendo bien, y cómo mejorar lo que se está haciendo.
El Estado es por lejos el mayor productor de información del país, pero el uso de esa información es muy pobre. Cada repartición tiene sus procesos, sus sistemas de información y sus sistemas de toma de decisiones. Es un hecho conocido que hay servicios duplicados, triplicados o más. Eso implica que podrían hacerse una sola vez permeando todos los departamentos del Estado donde se requiera la información generada por el proceso. Hoy no hay una integración de procesos entre todas las reparticiones del Estado, usando la misma información de una única fuente, salvo las excepciones que van por la PISEE. Y, al haber más de una fuente para el mismo dato, o datos de un proceso que tienen diversas fuentes, hay un mayor costo y tiempo para la prestación del servicio, ya que los procesos son largos e intervienen múltiples reparticiones públicas.
Cuando estuve a cargo de la Secretaría Ejecutiva de Desarrollo Digital me tocó hacerme caso de la Plataforma Integral de Servicios Electrónicos del Estado (PISEE). No estaba en mi programa de desarrollo digital, pero la adopté de inmediato como el proyecto de mayor importancia de la repartición, por su impacto. La PISEE es una plataforma que conecta datos de procesos del Estado que utilizan información de más de una repartición, en una relación bis-a-bis. Avanzamos mucho en la implementación, multiplicando por cinco los procesos que usaban la PISEE, pero el universo es muy grande, y está lejos de estar cubierto. Esta estrategia se denomina “interoperabilidad”, y no se ha continuado reforzándola.
Si la plataforma estuviera implementada en todo el Estado, no sería necesario duplicar procesos, éstos serían mucho más ágiles, habría solo una captura de datos, ahorrando tiempo y costos. De paso se tendría una catalogación de datos única, lo cual permitiría llevar a cabo infinidad de aplicaciones usando inteligencia artificial tendientes a fiscalizar el buen uso de recursos públicos, así como a automatizar procesos al interior del Estado, reduciendo el tiempo de los procesos (especialmente los de “permisología”) y el número de funcionarios públicos necesarios, a la vez que se incrementaría notablemente la eficiencia.
Estonia es un referente mundial en interoperabilidad gubernamental gracias a su plataforma X-Road, que permite el intercambio seguro de datos entre instituciones públicas y privadas. Este sistema ha sido clave en la transformación digital del país, permitiendo que los ciudadanos accedan a servicios sin necesidad de trámites repetitivos. Se estima que X-Road ahorra más de 1.345 años de tiempo de trabajo anualmente al eliminar procesos redundantes. Desde su implementación en 2001, X-Road ha evolucionado para adaptarse a nuevas necesidades, permitiendo incluso el intercambio de datos entre países, como el caso de Estonia y Finlandia. Su éxito ha inspirado a otras naciones a desarrollar sistemas similares para mejorar la eficiencia gubernamental. Ha sido adoptado en más de 20 países, incluyendo Finlandia, Islandia y Japón
Y Chile, ¿cuándo?
Alfredo Barriga
Profesor UDP