La Oficina de Estadísticas Laborales en Estados Unidos acaba de reportar que se han generado 272.000 nuevos puestos de trabajo no agrícolas en el mes de mayo.
Lo anterior, da cuenta de una aceleración del mercado laboral, que se enmarca en una racha de 41 meses consecutivos de creación de empleo y supera la media de los últimos doce meses.
Las cifras superan las expectativas de los analistas en general y esto justamente sucede cuando resta algo más de cuatro meses para las elecciones presidenciales.
Es posible mencionar que se está cercano a una situación de pleno empleo, y las espectaculares cifras de creación de empleo apoyan aquello.
Lo anterior debiera ser un ejemplo para nuestra angosta faja de tierra, qué lindo sería estar escribiendo sobre “La gran remontada chilena, pero aún tenemos que avanzar más”, parafraseando lo señalado por Biden en un comunicado difundido por la Casa Blanca en las últimas horas.
Soy de la convicción de que la coyuntura económica chilena da cuenta de un progreso de lento y titubeante progreso. Con luces y sombras.
¿Luces?
Al momento de finalizar este año, se espera una tasa de crecimiento del PIB cercana a 2,5% y una inflación que bordeará el 3,6%, mucho más cerca del rango meta del 3% que el muy nefasto 2022.
Claramente, no son las cifras a las que estábamos acostumbrados en nuestra época dorada, pero a la luz de las cifras de los últimos años, -inflación galopante y recesión-, es imposible verlas con malos ojos.
¿Sombras?
El mercado laboral. Ya quisiéramos la capacidad para crear empleos de la economía norteamericana, dicen que no existe la envidia sana. Nuestra productividad laboral ha descendido en forma alarmante, citando al Conversatorio de Políticas Económicas de la Universidad de Santiago, “….en donde la eficiencia en el uso del capital y la mano de obra no está en línea con el aumento que experimentaron con fuerza los salarios reales y que comienza a experimentar la actividad en este proceso final de recuperación de los fundamentos macroeconómicos…”
Aún no es posible volver a los niveles previos a la pandemia en lo que a puestos de trabajo respecta. Es más, existen señales de que algunos trabajos fueron destruidos en forma permanente. La crisis de la construcción, - que es la segunda fuente más relevante de empleo luego del comercio-, explica en gran medida aquello.
Debido a lo anterior, se requiere la colaboración público-privada real. Con incentivos a la empresa privada y entre otros muchos aspectos, con tiempos dedicados a la permisología en los niveles que estábamos acostumbrados hace no tanto tiempo.
René Fernández Montt, Economista y Académico de la Universidad de Santiago de Chile.