​Shock o gradualismo

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Gonzalo Islas (2)

“No hay lugar para gradualismos y tibiezas”, la frase del Presidente electo de Argentina, Javier Milei, pone en el centro de la discusión las alternativas de implementación de programas de reformas económicas.


Los problemas de Argentina en esta materia son de larga data y existen numerosos estudios que buscan entender sus causas. Aunque la dolarización es lo que ha llamado más la atención en el discurso de Milei, lo cierto es que la propuesta central de su programa apunta a una transformación central de la economía con una serie de medidas promercado: apertura al comercio exterior y eliminación de controles cambiarios, liberalización de precios, eliminación de subsidios y privatizaciones de empresas públicas.


Todo lo anterior no es muy distinto al programa económico implementado en Chile durante la dictadura y que otros países Latinoamericanos intentaron, con resultados dispares, luego de la crisis de la deuda en los años ochenta.


No es una transformación fácil, ya que implica recortes y ajustes dolorosos e impopulares, y reconversiones en el sector productivo que no son sencillas de implementar. Es aquí donde aparece la discusión entre las estrategias de reforma gradual o las terapias de shock para enfrentar el problema inflacionario y la reforma de la economía.


Esta es una controversia que estuvo presente en Chile a inicios de la dictadura. Los gradualistas destacaban que los costos de ajuste antiinflacionario en términos de empleo e ingresos podrían ser sumamente altos. Así lo indicaba el Ministro de Hacienda de nuestro país en 1974, Jorge Cauas: “Detener bruscamente la inflación, necesariamente implica eliminar de inmediato el déficit fiscal y reducir bruscamente el crédito al sector privado o generar un déficit desmedido de balanza de pagos… Un simple análisis de estas medidas nos da una idea de las catastróficas consecuencias que tendría una política de este tipo”.


Sin embargo, los malos resultados en términos de reducción de la inflación en 1974 y 1975 llevaron a que se impusiera la teoría de la terapia de shock, defendida por los Chicago Boys, que implicaba fuerte ajustes fiscales y una liberalización acelerada en la economía. Si bien logró reducir la inflación, los costos en términos de empleo fueron altos, la tasa de desempleo llegó al 19% en 1976.


¿Tendrá Milei éxito con su programa de transformaciones? El éxito electoral sin duda lo ayuda, pero tendrá que enfrentar probablemente no solo a sus opositores políticos, sino que a una estructura económica y empresarial que en las últimas décadas se ha ido acomodando al sistema de clientelismo y que no necesariamente estará dispuesta fácilmente asumir los costos de cambiar a un sistema de mercado.


Gonzalo Islas, 

Decano Facultad Ingeniería y Negocios, 

Universidad de Las Américas 

europapress