Sr. Director,
Este período de incertidumbre nos ha permitido apreciar las distintas reacciones de las economías del mundo, para mitigar lo que más se pueda los efectos del COVID-19.
Independiente del resultado que se obtenga, el objetivo final de todas ellas es fomentar la construcción de triángulos virtuosos entre consumidores, Estado e inversionistas, dejando de lado los círculos de poca sinergia, que muy a menudo terminan en espirales sin retorno.
Un ejemplo claro de estos espirales se ha registrado en la industria de la energía, y particularmente en economías de países desarrollados, que basan su reactivación en fuentes de bajo apoyo gubernamental, y cuya obsolescencia es cosa de tiempo, como la energía nuclear.
Como ciudadano checo que visita Chile con frecuencia, puedo dar fe que este país está dando pasos correctos y decisivos en energía, con políticas que no ceden frente a la incertidumbre, que siguen orientadas al largo plazo y no pierden de vista la meta final de descarbonizar la matriz.
Sin ir más lejos, Chile hoy es el cuarto país del mundo con mayor penetración de energía solar para satisfacer la demanda eléctrica, con un 8,5%. Doblemente meritorio, considerando lo tentadores que pueden ser combustibles como el petróleo o el gas, con precios inéditamente bajos.
Esto confirma que la industria chilena de energías limpias es extremadamente madura y apunta a generar un triángulo virtuoso, convirtiendo al país en un ejemplo mundial y digno de observar incluso por las economías más desarrolladas del planeta.
Zdenek Sobotka
CEO y fundador de Solek Group