Juan David Quijano



Juan David Quijano

Quisiera comenzar esta columna aclarando que el título no se refiere a una discapacidad física, sino a la ceguera intelectual, valórica o espiritual, especialmente de personas en posiciones de liderazgo y autoridad. 

Alguien dijo que cuando no se tiene esperanza en el futuro, se deja de trabajar o construir en el presente.


Al iniciar este nuevo año no puedo dejar de pensar en cómo ha cambiado nuestro país y que a pesar de que en diversos sectores se habla de mayor justicia y seguridad, lo que vemos es justamente al revés,

Hace algún tiempo hablamos de la importancia de decidir correctamente, ya que, aunque somos dueños de elegir entre dos o más opciones, muchas veces no somos dueños de escoger las consecuencias de esa decisión; por ejemplo: si decido lanzarme a las líneas de un tren, antes de hacerlo soy dueño de esa decisión, pero una vez que me he lanzado ya no podré elegir sus consecuencias.


Hace algún tiempo hablamos de la importancia de elegir correctamente y dado que en pocos meses más tenderemos que votar “apruebo o rechazo” por una nueva Constitución, creo necesario insistir en ello.

Muchas de nuestras decisiones pueden tener consecuencias para toda la vida e incluso sin darnos cuenta, pueden afectar no solo a quienes nos rodean, sino a miles o millones de personas.

Cada vez más, nosotros y nuestras familias somos bombardeados por nuevas ideas respecto del rol y constitución de la familia, del rol del estado, de la política, de la moral, de la justicia, de la igualdad, del derecho a la vida, del valor del esfuerzo individual y colectivo, de la conducción de la nación, de la existencia y la grandeza de Dios y de miles de ideas más.

Hace algún tiempo hablamos de la importancia de elegir correctamente y también de cómo diferenciar lo verdadero de lo falso, dos temas que parecen adquirir mayor importancia, ya que el próximo Domingo 21 de noviembre se realizarán en nuestro país las elecciones presidenciales, además de las de senadores, diputados y consejeros regionales, elecciones que para muchos serán las más importantes desde el retorno a la democracia.

Los expertos dicen que estos últimos dos años nuestro país ha vivido su mayor crisis política y social desde los años 70, con una profunda polarización, con falta de referentes morales e instituciones debilitadas y carentes de credibilidad, con delitos de una violencia inusitada y un narcotráfico que corrompe a nuestra sociedad, todo lo cual genera temor y dudas respecto del futuro de nuestra nación.

La Biblia nos relata que alrededor del año 445 antes de Cristo, Nehemías un siervo de confianza del rey Artajerjes de Persia, al enterarse que las personas que habían quedado en Jerusalén atravesaban una difícil y peligrosa situación y que el muro de esa ciudad había sido derribado y sus puertas quemadas, lloró, e hizo duelo por algunos días, con oración y ayuno, confesando delante de Dios sus pecados y los de su pueblo, reconociendo que no habían respetado los mandamientos y estatutos que les había ordenado, pero recordando con esperanza y fe las promesas de Dios, en cuanto a que si respetaban su palabra y la ponían en práctica, el Señor los recogería y los traería al lugar que había escogido para ellos.

y cuando subieron a la embarcación, el viento se calmó.Probablemente la mayoría de nosotros, alguna vez hemos dudado de Dios al mirar las circunstancias a nuestro alrededor, al quitar nuestra mirada de Jesús y fijar nuestra vista en el viento o en las olas que nos han tocado enfrentar y tristemente comenzamos a hundirnos en nuestros temores y dificultades.Quizás por esto, por nuestra débil condición humana, Dios nos dice en el libro de Isaías que los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.Para terminar, quisiera instarles a todos los que creemos en Dios, a depositar toda nuestra confianza en Jesús y fijar nuestra mirada en Él, a no mirar las circunstancias, a pedirle al Señor que ordene nuestro país, que restablezca la unidad, que guíe a nuestras autoridades actuales y futuras para encontrar el camino correcto hacía un país mejor, que sea Él quien dirija nuestra nación y que como chilenos pongamos a Cristo en el centro de nuestras vidas, reconociendo que Él es el único camino para alcanzar la verdadera salvación.Juan David Quijano