​El Trigo y la Cizaña

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Juan David Quijano


Al iniciar este nuevo año no puedo dejar de pensar en cómo ha cambiado nuestro país y que a pesar de que en diversos sectores se habla de mayor justicia y seguridad, lo que vemos es justamente al revés.


En el resultado de las encuestas de opinión, se aprecia claramente que la seguridad es una de las mayores preocupaciones de los chilenos ante el creciente aumento de la violencia y la delincuencia.

Increíblemente hace más de 2.000 años, Jesús nos dejó sus enseñanzas para guiar nuestras vidas, enseñanzas que todos nosotros y en especial el gobierno y nuestras autoridades harían muy bien en considerar, ya que personalmente creo que sólo en ellas será posible encontrar el remedio para nuestra herida sociedad, y no en falsas y huecas palabrerías.


En el libro de Mateo, Jesús nos enseñó la parábola del trigo y la cizaña, diciendo que el reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo, pero mientras dormía, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando salió la hierba, también apareció la cizaña y sus trabajadores le preguntaron si querían que la arrancaran, pero él les dijo que no, porque el trigo y la cizaña son muy parecidos y al arrancar la cizaña, también es posible que se arranque el trigo, pero que al tiempo de la cosecha se podrían diferenciar y en ese momento enviaría a sus trabajadores para que arranquen primero la cizaña y la quemen y luego recojan el trigo y lo lleven a su granero.


Muchas veces la verdad y la mentira son muy similares, como el trigo y la cizaña, pero van en sentido opuesto.


Increíblemente, en nuestra sociedad se han multiplicado ideas perversas que, amparadas en propósitos nobles y adornadas con palabras sublimes como justicia, igualdad, reparación, integración, no hacen sino promover todo lo opuesto, injusticia, desigualdad, violencia, engaño, división o rencor, de manera tan sutil, que es difícil diferenciar lo verdadero de lo falso, como la cizaña del trigo; como cuando se invocan razones humanitarias para amparar actos de delincuencia.


Quizás por eso en el libro de Eclesiastés se nos dice que cuando no se ejecuta pronto la sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hombres está dispuesto para hacer el mal, es decir, si no castiga con justicia y en forma adecuada la falta, la maldad se multiplica.


Por esto es importante recordar otra de las enseñanzas de Jesús, cuando dice que nos cuidemos de los falsos profetas, que vienen vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces y que por sus frutos los conoceremos, ya que todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.


Por esto pidámosle a Dios por nuestras autoridades, que rindan sus vidas delante del Señor y que él les guíe para gobernar con inteligencia, justicia y equidad, desechando la cizaña, para dar buenos frutos que vayan en beneficio de toda nuestra nación. 


Juan David Quijano

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