​¿Puede un Ciego Guiar a Otro Ciego?

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Juan David Quijano

Quisiera comenzar esta columna aclarando que el título no se refiere a una discapacidad física, sino a la ceguera intelectual, valórica o espiritual, especialmente de personas en posiciones de liderazgo y autoridad.


Me refiero a la ceguera que impide hacer un uso honesto y eficiente de los bienes y recursos que se administran y a la falta de dignidad para ocupar posiciones de privilegio, traicionando las confianzas depositadas.


Ya sea que se pretenda guiar a una familia, a una empresa o a una nación, se requiere tener claridad en los principios y valores morales que se deben transmitir. Si el guía carece de esos valores o principios, será incapaz de proporcionar una orientación adecuada a aquellos a quienes pretende guiar.


Quizás por eso el señor Jesús en el capítulo 6 del libro de Lucas, nos pregunta: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? Y luego agrega: ¿No caerán ambos en el hoyo?


Creo que esta enseñanza nos insta a reconocer con humildad nuestras limitaciones, entendiendo que todos tenemos ciertas cegueras o áreas por mejorar, sin embargo, tristemente vemos casi a diario cómo personajes de distintas facetas del mundo artístico, político, académico, deportivo, religioso o cultural, pretenden ser líderes de opinión, sin que se cuestionen su verdadera idoneidad moral, capacidades técnicas, experiencia o trayectoria de esos pseudos líderes de opinión.


Parece que nadie se cuestiona la vida de esos personajes, para ver cuáles han sido sus frutos o resultados pasados, que les hagan merecedores de nuestra confianza futura.


La historia y las acciones pasadas de un líder son indicativos de su idoneidad. Evaluar su pasado en términos de promoción de valores como la justicia, la igualdad, la reconciliación, la unidad y el bienestar común, es esencial.


Somos muchos los que en la actualidad vemos cómo se ha deteriorado la convivencia en nuestro país, siendo testigos del aumento de violencia e inseguridad, a niveles que no conocíamos o no estábamos habituados.


Por esto creo en la importancia de contar con líderes íntegros y competentes en posiciones de autoridad, que rechacen la violencia, sin ánimos revanchistas, que no promuevan las divisiones y el rencor. Líderes que, sin negar los errores del pasado, aprendan de ellos para no repetirlos y avanzar hacia un futuro de mayor tranquilidad y prosperidad.


En Juan 8:12, la Biblia nos enseña que Jesús es la luz del mundo y los que le siguen no andarán en tinieblas. Personalmente, creo que Jesús es la respuesta a la ceguera y egoísmo del corazón. Él ilumina nuestro camino y nos muestra la verdad, por eso es un error quitar de nuestras vidas su palabra, prefiriendo las enseñanzas de hombres con los mismos defectos y limitaciones que los demás.


La cura para la ceguera espiritual es el amor y la redención de Cristo, por eso en Lucas 4:18, se citan las palabras del profeta Isaías, refiriéndose a que Jesús vino para dar buenas nuevas a los pobres, para sanar a los quebrantados de corazón y dar vista a los ciegos. Creo que sólo Jesús puede sanar nuestras heridas, iluminar nuestras vidas y abrir nuestros ojos a la verdad, por depositemos toda nuestra confianza en Él.


Juan David Quijano


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