El Poder De Las Decisiones

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Juan David Quijano

Hace algún tiempo hablamos de la importancia de decidir correctamente, ya que, aunque somos dueños de elegir entre dos o más opciones, muchas veces no somos dueños de escoger las consecuencias de esa decisión; por ejemplo: si decido lanzarme a las líneas de un tren, antes de hacerlo soy dueño de esa decisión, pero una vez que me he lanzado ya no podré elegir sus consecuencias.

Como todos sabemos, en pocos días más tenderemos que decidir sobre una propuesta de nueva Constitución, por eso creo necesario insistir en la importancia de elegir correctamente.

Independiente de la edad, al reflexionar acerca de nuestra vida podemos darnos cuenta de que los resultados alcanzados son en gran medida el fruto de las decisiones que tomamos, con efectos en lo afectivo, en lo económico, en lo moral, en lo académico, en lo familiar, etc., por eso, es importante no olvidar que las decisiones traen consecuencias, buenas o malas,

La historia humana está llena de ejemplos de trágicas consecuencias derivadas de malas decisiones, como es la existencia de gobiernos corruptos que acarrean desgracia a sus pueblos, o aquellas decisiones que derivan en guerras que causan muerte y dolor, o la aprobación de leyes injustas que no protegen como es debido a las víctimas y que permiten que se multiplique la delincuencia y el terror.

Pero también existen sabias decisiones que acarrean bendiciones y bienestar, por eso me encanta el capítulo 33 del Libro de Isaías‬, ya que nos habla de extraordinarias consecuencias derivadas de decidir obedecer a Dios, cuando dice que, el que camina en justicia y habla lo recto, que sacude sus manos para no recibir cohecho, que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias y cierra sus ojos para no ver cosa mala, va a habitar en las alturas y su refugio será una fortaleza de rocas.

Como podrán notar, esas extraordinarias consecuencias no son el fruto de la casualidad, sino de decidir rechazar lo malo y seguir lo bueno.

Por esto creo que debemos estar atentos a lo que ocurre en nuestro país, para que nuestras decisiones ayuden a disminuir la violencia y la delincuencia, a conseguir un país más unido, donde se dicten leyes justas que no sólo exalten los derechos, sino también las obligaciones de cada uno, que permitan hacer crecer a nuestra nación, desechando ideas que buscan más la venganza que la justicia.

Doblemos nuestras rodillas delante de Dios, para que nos enseñe a decidir correctamente; para que Chile vuelva a ser una nación próspera y ordenada, donde nuestros niños y jóvenes puedan crecer seguros sin temor a la delincuencia, al narcotráfico o a la proliferación de ideologías que tergiversan la verdad y desechan los valores cristianos y de la familia.

Pidámosle entonces al Señor, que nos dé claridad para decidir correctamente el próximo 4 de septiembre.


 Juan David Quijano

europapress