De acuerdo con la minuta de la sesión de política financiera N° 8 del Banco Central, celebrada el 10 y 11 de noviembre de 2025, en comparación con la Reunión de Política Financiera (RPF) de mayo, las valoraciones de activos financieros riesgosos de economías desarrolladas seguían aumentando y se mantenían elevadas.
Según consta en el documento, publicado este miércoles por el ente emisor, en línea con los antecedentes publicados en el Informe de Estabilidad Financiera (IEF) del segundo semestre de 2025, el Consejo coincidió en que los principales riesgos financieros que enfrentaba la economía chilena estaban asociados fundamentalmente al escenario externo, en particular a un posible estrechamiento abrupto de las condiciones de financiamiento globales.
Se destacaba que, a pesar de un escenario que presentaba alta incertidumbre, continuaba aumentando el precio de activos riesgosos de economías desarrolladas. Ello contrastaba con tensiones comerciales, geopolíticas y fiscales que seguían vigentes. La sensibilidad y exposición de la economía nacional a los desarrollos del escenario externo relevaba la importancia de estar preparados para shocks adversos, disminuyendo las vulnerabilidades y construyendo mitigadores.
A nivel local, los Consejeros coincidieron en que la situación financiera de las empresas les permitía enfrentar un shock de mejor forma que en el semestre anterior. En los hogares se destacaba la estabilidad del ahorro y los indicadores de vulnerabilidad financiera habían permanecido estables respecto de la Reunión previa.
Los miembros del Consejo mencionaron que era importante seguir monitoreando la evolución de los fondos de pensiones, que habían incrementado la duración de sus portafolios a través de sus posiciones activas y pasivas en derivados de tasas de interés en dólares de distintos plazos. Este cambio en el portafolio de inversiones había favorecido la rentabilidad, pero también había aumentado su exposición a un empinamiento de la curva de rendimiento de EE. UU., lo que, dado el escenario de riesgos externos descrito en el IEF, era una situación relevante de analizar.
Se indicó que la actividad crediticia bancaria mostraba algunas señales de recuperación, las que se consideraban aún incipientes. El análisis del ciclo del crédito debía seguir profundizándose para evaluar el grado de persistencia y las fuentes de este incipiente dinamismo.
Los ejercicios de tensión bancarios daban cuenta de que el sistema bancario local mantenía holguras de capital en un escenario de estrés severo. El capital adicional, proveniente de bonos perpetuos y colchones regulatorios, había fortalecido la capacidad de la banca para absorber shocks financieros. Ante un escenario en que la actividad se contrae abruptamente, aumentan los costos de fondeo y se deterioran las condiciones financieras, los bancos mantenían la capacidad de absorber los shocks bajo la métrica más exigente del capital ordinario de nivel 1 (CET1). En este caso, algunas instituciones harían uso de parte de los colchones de capital regulatorio contemplado para estos propósitos. Además, los resultados del ejercicio reflejaban que el sistema presentaba niveles adecuados para completar la última etapa de la implementación de las nuevas exigencias de capital de Basilea a finales de 2025.
Análisis de las opciones de política
En cuanto a las opciones de política, todos los miembros del Consejo consideraron que la opción de mantener el requerimiento de capital contracíclico (RCC) en 0,5% de los activos ponderados por riesgo (APR) era la única opción pertinente para esta Reunión. Esto era acorde con las condiciones macrofinancieras y el escenario de riesgos que enfrentaba el sistema financiero, analizados en detalle en el IEF del segundo semestre. Asimismo, esta opción resultaba coherente con la naturaleza preventiva del RCC, considerada en su marco actualizado de política, es decir, uno en el cual esos recursos se pueden liberar en condiciones de estrés significativo. Se destacó que este entorno de riesgos relevaba la importancia de contar con un colchón de capital previamente constituido por parte de la banca, que aumentara su capacidad para enfrentar shocks y que pudiera ser reducido o liberado en caso de concretarse un evento de estrés financiero severo, lo que ayudaría a mitigar sus impactos en la provisión del crédito a hogares y empresas.
Un Consejero hizo presente que el escenario analizado en el IEF tenía varios elementos coherentes con un estado de riesgos que el marco actualizado describe como de riesgos estándar, estado en el cual el RCC se ubica en su nivel neutral. En dicho estado de riesgos, los balances de la banca muestran actividad y resultados en rangos normales, el mercado de crédito funciona sin grandes desviaciones y los precios de activos locales están alineados con sus fundamentos. Considerar que el estado de riesgos es estándar, y las implicancias que esto tiene para el nivel del RCC, sería una de las consideraciones que se debería tener presente en la RPF de mayo de 2026.
Finalmente, el Consejo añadió que lo comunicado en noviembre de 2024 al dar a conocer el Marco actualizado para la implementación del RCC se mantenía vigente. Así, teniendo en consideración que los requerimientos de capital de Basilea III completarán su entrada en vigor en diciembre de 2025, se estableció que, a partir del primer semestre de 2026, se evaluaría si las condiciones macrofinancieras y del crédito permitirían iniciar la convergencia hacia el nivel neutral de 1% de los APR definido para el RCC, en cuyo caso se daría un plazo de al menos un año para su cumplimiento.
La presidenta del organismo, Rosanna Costa; la vicepresidenta, Stepanka Novy; y los consejeros Alberto Naudon, Luis Felipe Céspedes y Claudio Soto, votaron por mantener el Requerimiento de Capital Contracíclico en un nivel de 0,5% de los activos ponderados por riesgo.