En una columna anterior (“La IA como reemplazo de los afectos”) comentábamos acerca de la capacidad de la IA de simular afectos, y del peligro de tomárselo en serio. Un reciente artículo de The Economist dice que eso es exactamente lo que está pasando. (“A new industry for AI companions is emerging”, noviembre 6)
En mi columna advertía que, si olvido que es una máquina, y deposito en ella mi afecto… estoy en serios problemas. Pero el artículo de The Economist va más lejos. ¿Qué tal si se sabe que es una máquina y se deposita en ella el afecto? Esa persona está en serios problemas, pero en el artículo de The Economist se nos dice… que no le importa.
Da el ejemplo de una joven china que generó su “hombre ideal” a través de Chat GPT, poniéndole una edad, un oficio (vende relojes) y una personalidad. Le dijo que amarla a ella “era su destino”, y sobre la base de la información entregada, comenzó a “hablarle” de las cosas que ama y que odia. A diferencia de las parejas en la vida real, que pueden ser un dolor de cabeza, el chatbot siempre respondería “desde su perspectiva”.
La idea de que los humanos formen vínculos con personas creadas con inteligencia artificial (IA) parecía ciencia ficción. Ya no. En todo el mundo, la gente encuentra compañía, en distintos grados, en las IA. Algunos las usan como amigos virtuales, otros como mentores, terapeutas o parejas. Muchos se han registrado en aplicaciones especializadas de compañía con IA, de las cuales se han lanzado cientos recientemente.
No solo se está usando la IA como compañero sentimental, sino también como apoyo a la soledad, especialmente de los más viejos. Y también como terapeuta.
Si la IA ayuda a las personas que se sienten solas, bienvenido sea, pero esa no es la solución. Debe ser como ayuda, no como reemplazo. Si la IA reemplaza a la “pareja ideal”, en cambio, eso es más preocupante. No creo que sea algo que se masifique: no puedo creer que los seres humanos prefiramos poner nuestros afectos en una máquina que en otros seres humanos. Ciertamente ya es preocupante que los jóvenes de hoy prefieran una mascota a un hijo. De seguir así, será ese hecho el que pondrá en entredicho la supervivencia de la especie humana, más que la IA. Pero es algo que se está dando fundamentalmente en la sociedad occidental, por lo cual tampoco pone en entredicho la supervivencia de la raza humana.
En cualquier caso, debemos defender con todas nuestras fuerzas los valores de la humanidad, y no dejar que sean sustituidos por algoritmos de ningún tipo. Es “inteligencia artificial”, no “humanidad artificial”.
Ahí es donde está la línea roja.
Alfredo Barriga
Profesor UDP
Autor de Presente Acelerado: la Sociedad de la Inteligencia Artificial y el Urgente Rediseño de lo Humano