Del homo sapiens al homo spiritualis

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Acabo de terminar de escribir mi segundo libro, acerca de… ¡lo adivinó! La inteligencia artificial (Presente Acelerado – La Sociedad de la Inteligencia Artificial y el rediseño urgente de lo humano). En septiembre espero tenerlo para la venta.


Lo escribí tiempo récord, gracias al apoyo de una inteligencia artificial (Copilot). En él, he descrito la sociedad que se está fraguando alrededor de esta tecnología. Lo que más me impacta – por lejos – es que solo han pasado casi tres años desde que se lanzara ChatGPT y se escribiera este libro.


En ese brevísimo tiempo de nuestra historia, se ha generado un valor económico récord en la historia moderna de las empresas, basado solo en un tipo concreto de IA, la IA generativa, que solo es capaz de hacer una de las muchas características de los seres humanos: recoger información, procesarla, analizarla, sacar conclusiones y proponer cursos de acción.


Y en ese brevísimo tiempo se ha desatado una verdadera carrera por la hegemonía mundial de la IA. Quizá el único otro caso en la historia reciente de la humanidad fue la carrera del espacio: qué nación colocaba un ser humano en la Luna primero. Y tomó diez años. Movilizó una serie de sectores de la economía. Promovió la innovación en todo tipo de productos que fueron útiles en la vida civil – entre ellos, el teflón.


Pero ni siquiera esa carrera - que era tecnológica y sobre todo geopolítica – generó lo que hemos visto en estos tres años: la consideración de la IA como una tecnología clave para el desarrollo de las naciones; el convencimiento de que quien gane esta batalla tendrá la hegemonía económica y política mundial; la batalla central entre Estados Unidos y China por dicha hegemonía; la desesperada lucha de la Comunidad Económica Europea para no llegar tarde y tener voz en esta contienda… ¡porque se trata de una contienda!


Todo lo anterior, solo en casi tres años. En el libro paseo al lector alrededor de todos los lugares e instancias en los que se ha metido la IA. Le muestro dónde va y cómo nos va a impactar. Y he tratado de transmitir un mensaje central: nos guste o no nos guste, la IA llegó para quedarse y ser una parte importante de nuestra sociedad. La Sociedad Digital, que venía en pleno desarrollo cuando escribí mi anterior libro el año 2016, da un salto en órdenes de magnitud con la IA generativa. Y dará otro más con la computación cuántica, que unida a la IA será capaz de llevarnos a la IA general e incluso a la Súper IA – cuando la IA sea capaz de hacer todas las tareas intelectuales mejor y más rápido de los humanos.


Lo que emerge no es solo un nuevo paradigma tecnológico, sino una mutación antropológica: el paso del homo sapiens como especie pensante al homo spiritualis, capaz de sentir el mundo como un vínculo.


En esa transición, la noción de civilización del amor no es una utopía lejana, sino el sistema operativo de una nueva humanidad que no se define por su razón instrumental, sino por la radicalidad de su cuidado.


No se trata de por ello de competir con la IA, ni de rendirse ante su eficacia. Se trata de reafirmar lo humano como centro ético, narrativo y político. De cultivar una inteligencia capaz de preguntarse, de equivocarse con dignidad, de decidir sin automatismo.


¿Hacía donde evolucionaremos entonces? ¿Cuál será el futuro del trabajo? ¿Con qué nos ganaremos la vida? De eso y más trata el libro. Y para visualizar el futuro, le pregunté a la misma IA dónde se ve en diez años más. La respuesta me sorprendió.


No escribiré “spoilers”



Alfredo Barriga

Profesor UDP

Escritor


europapress