Tener una buena idea es un gran punto de partida, pero en ningún caso garantía de éxito. En el mundo de los emprendimientos y startups, las ideas sin capacidad de escalamiento se quedan en eso, en ideas y promesas que nunca despegan. El verdadero desafío empieza cuando hay que transformar esa chispa inicial en una propuesta sólida, capaz de crecer, adaptarse y sostenerse en el tiempo. Si realmente queremos impactar a las personas y crear una diferencia en la sociedad, sí o sí hay que escalar.
El problema es que los emprendimientos y empresas de base científico-tecnológica (EBCTs), no siempre cuentan con el apoyo, las herramientas necesarias para lograrlo. Son capaces de crear grandes innovaciones y soluciones en áreas como la salud, alimentos, educación, sustentabilidad o energía, pero les falta ese conocimiento práctico vital para dar el salto y sortear las brechas, aquel que tiene relación con el desarrollo de modelos de negocios y su internacionalización, la propiedad intelectual, la preparación de un pitch o la detección de ventajas competitivas, entre otros, pero sobre todo, la capacidad de ejecutar la estrategia para transformar la empresa en un negocio exitoso.
Para construir esos cimientos y evitar que los emprendimientos se queden atascados en el “valle de la muerte”, esa etapa crítica del período de vida de una empresa donde ha comenzado a operar, pero aún no cuenta con un mercado validado ni genera ingresos suficientes para cubrir sus gastos, es clave que quienes nos dedicamos a la innovación y la transferencia tecnológica creemos instancias de acompañamiento y entrenamiento para los equipos, apoyándolos con infraestructura, capital y acompañándolos para que efectivamente puedan producir ese escalamiento y anhelado impacto.
El primer paso para hacerlo es conocerlos en mayor profundidad. Según datos del tercer estudio de caracterización de empresas de base científico- tecnológica en Chile, presentado en diciembre del año pasado a la Subsecretaría de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, las EBCTs locales son predominantemente micro y pequeñas empresas. Su actividad se concentra en el sector agropecuario y manufacturero, con propuestas de valor que consideran la Biotecnología, Inteligencia artificial, Medioambiente y Agrotecnología. Además, se localizan principalmente en tres regiones: Metropolitana (que concentra el 50%), Valparaíso y Biobío. Y otro detalle: el equipo emprendedor no supera, en general, los cuatro socios.
Teniendo más clara la radiografía, el siguiente paso es ejecutar. Si queremos ayudarlas a salir del valle de la muerte, hay que enfocarse en la demanda, porque las empresas no florecen sin mercado. Un punto clave aquí es la internacionalización, para que desde un principio las startups se orienten en llegar a clientes globales y escalar, utilizando el mercado local como un mercado para pilotear y validar. Lo segundo es el acceso a infraestructura y financiamiento para alcanzar esta meta. En Chile aún hay poco de eso, por lo que necesariamente hay que levantar capital en otros ecosistemas más maduros. Lo tercero tiene que ver con el equipo humano, que debe contar con las competencias y la habilidad de armar modelos de negocio para crear, entregar y capturar valor. Para eso requieren conocimientos y acceso a potenciales clientes e inversionistas. Todos estos elementos conforman una parte importante de un ecosistema que permite crear, madurar y escalar proyectos de base científico - tecnológica.
No olvidemos que escalar implica diseñar un modelo que sea replicable, atraer talento, levantar capital inteligente y, sobre todo, crear las bases para que la innovación no dependa sólo del entusiasmo de los fundadores, sino de una estructura que permita impactar a miles, incluso millones de personas. Porque al final, lo que cambia el mundo no es tener una buena idea, sino saber cómo ejecutarla y hacerla crecer. Formar y entrenar a los equipos fundadores es el paso crucial para cumplir todas estas metas. Ahí es donde debemos destinar gran parte de los esfuerzos si queremos contar con más y mejores empresas.
Por Ignacio Merino, Director Ejecutivo de HUBTEC