​Nutrición y pérdida de masa muscular en adultos mayores

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El envejecimiento de la población mundial ha ido en aumento en los últimos años. En nuestro país los adultos mayores están avanzando en años con más limitaciones y peor salud que sus pares de países desarrollados, lo que implica no solo una mayor prevalencia de enfermedades crónicas y degenerativas, sino también de limitaciones funcionales, cognitivas y discapacidad.

En este contexto, una de las patologías más frecuentes del adulto mayor es la sarcopenia, síndrome caracterizado por una pérdida progresiva y generalizada de la masa y fuerza del musculo esquelético con riesgo de sufrir consecuencias adversas como discapacidad física, mala calidad de vida y mortalidad.

Al respecto, es importante saber que el nivel máximo de masa muscular se alcanza alrededor de los 25 años, a partir de los 30 se pierde aproximadamente entre 1 y 3% cada año, este proceso se acelera a partir de los 60-65 años, llegando a una pérdida del 40% a los 80. Esta disminución es más pronunciada en las extremidades inferiores, afectando la dependencia motriz y con ello las actividades de la vida diaria, como levantarse de una silla, subir escaleras, recuperar la postura tras una perturbación del equilibrio, entre otras.

La nutrición inadecuada es una de las causas más importantes para el desarrollo de la sarcopenia, pues se estima que sobre los 50 años el consumo de proteínas de la población va decreciendo, impidiendo que se genere el estímulo suficiente para la síntesis de proteína muscular. La evidencia clínica demuestra que las personas con un consumo adecuado de alimentos proteicos pierden un 40% menos de musculo en comparación con las que tienen un consumo deficiente de ellas, por lo tanto, una alimentación apropiada es fundamental para la salud, mejorando la calidad de vida y el grado de independencia funcional de los adultos mayores.

Para prevenir la pérdida acelerada de masa muscular se recomienda junto a la actividad física regular, el consumo de alimentos ricos en proteína en cada tiempo principal de comida, por ejemplo, en el desayuno y once incluir lácteos, huevos, atún, pollo o jamón de pavo, en tanto en el almuerzo y cena se sugiere incluir legumbres, carnes magras de vacuno, pavo, pollo, pescado o productos de soya.


Karla Cárdenas

Académica Carrera de Nutrición y Dietética 

Universidad de Las Américas Sede Concepción

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