​¡Todos somos Leonor Echeverry y Rafael Mery!: O la cueca en pelotas en la educación superior

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Rodrigo Barcia OK

En estos días la Universidad Diego Portales ha desvinculado algunos profesores de planta. Las autoridades de la universidad, sin lugar a duda, deben lamentar el tener que implementar dichas medidas. Pero, naturalmente el deber de toda institución es mantener las finanzas ordenadas. Entre las personas desvinculadas está la civilista Leonor Echeverry, que, a pesar de no ser una investigadora, ha sido una de las académicas más antiguas de dicha Facultad y ha sido una eminente gestora y jurista. Su trayectoria es dilatada, fue Directora de la Academia Judicial, Directora de Departamento de Derecho Civil y abogada integrante de la Excma. Corte Suprema, etc. En sus cargos se ha destacado por su eficiencia y excelente desempeño. En el ámbito del Derecho Civil esta desvinculación ha generado un extenso rechazo. Otro tanto sucede con el reconocido profesor en economía y Derecho, Rafael Mery. Es uno de los ex alumnos de la UDP con mayor prestigio en el campo del AED; pero dejando de lado la elección de las personas afectadas, es necesario, esta vez desde la academia, evaluar objetivamente la reforma de la Educación Superior. La reforma a la educación superior ha generado una serie de efectos negativos que es urgente abordar. Suponga que jerarquizamos la educación superior, de acuerdo a su calidad, en: de alto nivel, mediano nivel y bajo nivel, y a su vez, en gratuita con aranceles fijados y no gratuita con aranceles libres. Inmediatamente saltan a la vista un sinnúmero de problemas. El manejo del cierre de universidades de bajo nivel debe afectar a todo el sistema (universidades públicas y privadas) y no sólo a las privadas. Pero, sobre todo el cierre de las universidades no es una buena solución, ya que es preferible reconducir el destino de dichos planteles. En esta situación están universidades como ARCIS, Iberoamericana, del Pacífico, etc. El actual sistema educacional no puede desentenderse, como lo ha hecho, de estos proyectos universitarios y dejar a los alumnos a la deriva como lo ha venido haciendo. Las universidades intermedias, que están en la gratuidad, como la UDP, Andrés Bello y UAH, planteles de excelencia, se han visto fuertemente afectados por una política francamente absurda de fijación de precios de aranceles muy azarosa. Se hace indispensable dejar los aranceles libres. Otro tanto sucede con la educación de calidad, en la que las universidades que han entrado en la gratuidad, como las Universidades de Chile, Católica de Chile, etc., que verán fuertemente afectadas la calidad en el mediano plazo.

Lamentablemente, la reforma educacional, implementada por la Nueva Mayoría, se limitó a ver los problemas y no las virtudes del antiguo sistema (mucha responsabilidad en esto tiene lo que se ha denominado la calle y los que han apoyado semejantes reformas, que no son sólo políticos). La reforma se centró en la igualdad y lo resolvió muy mal. De partida hizo caso omiso de las críticas técnicas a la reforma (tendientes al logro de cuotas de mayor igualdad). El 3% del PIB, en aumento de impuestos, debió dirigirse a la educación parvularia, básica y media, como pedían actores relevantes como Brunner y Waissebluth, y no a la educación superior. Esta es la única forma de lograr verdadera movilidad social. Una educación superior gratuita, a la que los más pobres no tiene acceso porque no se puede ingresar por falta de formación, es lo que promueve el actual sistema.

Es verdad que antiguo sistema de educación superior tenía graves problemas de igualdad, pero fue capaz de incorporar actores de primer nivel, como las universidades Adolfo Ibáñez, Diego Portales, del Desarrollo, Alberto Hurtado, los Andes, Andrés Bello, etc. Nuestro sistema mejoró substancialmente en calidad y oferta en la educación superior, como nunca en la historia de Chile. El problema es que segmentó y puso una pesada mochila en los más pobres. La igualdad de oportunidades –que era la verdadera falla del sistema- se debió corregir con un sistema selectivo de licitación de becas para los últimos quintiles. Y centrarse reitero en ofrecer una educación parvularia, básica y media de calidad. Dicho sea de paso, esta es la solución para el mercado laboral, de pensiones, de salud, etc. Es urgente que como país retomemos seriamente la reforma educacional –ojalá en su totalidad- y veamos este problema con altura de miras, sino nuestra educación superior estará desfinanciada, con baja de cobertura, y con una oferta de educación de calidad para ricos (universidades no gratuitas) y de baja calidad para pobres (universidades gratuitas).


Rodrigo Barcia Lehmann

Profesor universitario, magister en economía y Dr. en Derecho 

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