​¿Qué esconden las cifras económicas de empleo?: La urgente necesidad de actualizar el derecho laboral

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Rodrigo Barcia OK

En estos días algunos economistas se preguntan por qué un país que está creciendo alrededor del 4,0%, tiene un aumento de la tasa de empleo tan baja, cercana al 0,4%. Esta es una pregunta crucial en el actual estado de la situación económica del país. Ello por cuanto tampoco son alentadoras las continuas revisiones, a la baja, del crecimiento del PIB para el próximo año. Un reflejo de esto se ve en la leve baja en la aprobación a la figura del Presidente. En cierta medida estos fenómenos están relacionados, desde que la recuperación económica, aunque ya lleva algún tiempo, no se ha sentido ni en el aumento de sueldos, ni en el aumento del empleo. Aunque esto es un poco ingrato con el actual gobierno, desde que a lo menos las cifras económicas no muestran una caída libre de las cifras económicas, como aconteció con el gobierno anterior. El gobierno de Bachelet logró el peor crecimiento económico desde la recuperación de la democracia (que incluye un aumento de la pobreza).

La percepción negativa del actual gobierno no sólo se debe al sentir de la ciudanía, sino a que el principal objetivo de la campaña presidencial, del ahora Presidente Piñera, era recobrar la senda del crecimiento económico. Esta no es una crítica al gobierno desde que está claro que la reforma tributaria y el manejo macroeconómico van por el camino correcto. Lo que demuestran las cifras de empleo es una precaución de los empresarios por el aumento del costo de los salarios no asociados a aumento de productividad. Y este comportamiento es totalmente racional debido al aumento de los costos regulatorios de la economía chilena. Naturalmente un lugar privilegiado, en el aumento de dichos costos, lo tiene la reforma laboral de la ex-Presidenta Bachelet que es urgente desarticular. Pero además es necesario adoptar una regulación del mercado laboral que permita un aumento de la contratación y los salarios. No será posible aumentar la contratación, ni los salarios, si es que los empresarios perciben que los costos implícitos de ello son muy superiores al precio del trabajo. La sobre-regulación en materia de legislación laboral es un costo que los empresarios no pueden dejar de considerar al momento de contratar. La mentada reforma laboral fue generosa en el aumento de los costos laborales: reducción del período no apto para la negociación a 60 días no divisibles; declaración expresa de no reemplazo de personal en huelga; obligación de otorgar información clave para la empresa; servicios mínimos una vez declarada la huelga, etc. Pero además los costos regulatorios en Chile han aumentado exponencialmente en materia de inversión: regulación del medio ambiente, urbanística, de comunidades, derechos sociales de todo tipo, etc. En este sentido no es de extrañar que una de las posibles soluciones para que los empresarios puedan llevar a cabo sus negocios es centrarse en el aumento de la inversión en tecnología y no en el aumento del empleo. A ello se suma naturalmente la reforma previsional, que aunque necesaria, afectará al empleo y los salarios.

En realidad, el mercado laboral debería estar relacionado con la productividad, pero nuestro derecho laboral se centra en una visión equivocada del trabajo. La legislación preponderante en Chile ve la relación laboral como una verdadera lucha de clases, entre los empresarios y los trabajadores, que busca crear estabilidad y permanencia en la relación laboral. Ello en contra de toda la evidencia que el aumento de los costos regulatorios, de la pretendida estabilidad, sólo generan que no se aumente ni la contratación, ni los salarios. No es que haya que desconocer los avances de los derechos sociales de los trabajadores; pero el mercado laboral se va a ver influido cada vez de forma más fuerte por siguientes dos variantes, que están íntimamente interrelacionadas: las nuevas tecnologías y la productividad. Las nuevas tecnologías lejos de ser negativas, prometen un aumento y crecimiento de los mercados como nunca se ha visto en la historia, pero sólo para los países que en la aldea global sean capaces de adaptar sus legislaciones laborales a la nueva realidad. Y la productividad es la única forma de aprovechar realmente la tecnología, y desafortunadamente en ambos campos estamos al debe.


Rodrigo Barcia Lehmann

Profesor Investigador

Facultad de Derecho

Universidad Finis Terrae

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