​Agua potable y el saneamiento, indicadores clave para el desarrollo

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Lorena Schmitt

En las ciudades chilenas contamos con el agua potable más segura de América del Sur. Una afirmación que, lejos de ser trivial, refleja el fruto de 35 años de una alianza público-privada ejemplar. Este modelo, nacido con visión de largo plazo y políticas públicas bien orientadas, ha permitido que millones de personas reciban agua en cantidad, calidad y oportunidad, incluso en un contexto marcado por la crisis climática y escasez hídrica.


Los datos del Censo muestran la realidad del agua en ciudades y zonas rurales. En conjunto, el 97% de los hogares tiene acceso a agua potable dentro de la vivienda, cifra que supera ampliamente el 91% de 2002.


Las cifras indican que el 99,9% de los hogares de las zonas urbanas tiene suministro de agua potable continuo, seguro y de calidad, mientras que el 3% de las viviendas restantes, constituye un desafío de la más alta prioridad, sobre todo porque se trata de un derecho humano (consagrado en los ODS).


Parte del éxito de esta política pública son los más de 750 mil subsidios estatales que ayudan a las familias a pagar su cuenta de agua potable y saneamiento, los que deben mantenerse en el tiempo para seguir garantizando el acceso de la población vulnerable.


Chile enfrenta una crisis hídrica sin precedentes, con sequías prolongadas y eventos extremos que amenazan a comunidades y sectores productivos. En efecto, con el 83% de las exportaciones vinculadas al recurso hídrico, el problema trasciende a lo ambiental y al acceso al agua potable, y afecta a la economía del país.


Mediante la alianza público privada, se han alcanzado hitos que lo posicionan como referente mundial. Uno de ellos -silencioso pero fundamental-, es el tratamiento del 100% de las aguas servidas urbanas antes de su devolución a la naturaleza. Un logro ambiental y sanitario que solo unos pocos países pueden mostrar con orgullo, y que se traduce en salud pública, ecosistemas más limpios y confianza ciudadana.


Nada de esto sería posible sin inversiones consistentes. El último Reporte de la Industria del Agua Potable y Saneamiento 2024, muestra que alrededor del 60% de los US$ 561 millones invertidos en el sector, se destinó a nueva infraestructura: plantas de desalación, proyectos de recarga de acuíferos, reúso, digitalización de redes y nuevas fuentes. Iniciativas que reflejan una industria preparada para enfrentar escenarios hídricos más complejos.


Este esfuerzo también es social. Desde el 2000, el consumo promedio por cliente ha disminuido un 27%, lo que evidencia una ciudadanía comprometida con el cuidado del recurso más valioso. Esta reducción es una señal clara de conciencia colectiva.


Cada año de retraso en cambios importantes, profundiza la crisis y encarece las soluciones requerimos seguir avanzando unidos, para resguardar los altos estándares que hemos alcanzado. Avanzar juntos significa gobernanza, mirada por cuencas y sobre todo equilibrio entre la función de preservación ecosistémica y la productiva que tienen los recursos hídricos.


Lorena Schmitt

Consejera CPI

Presidenta ejecutiva de la Asociación Nacional de Empresas de Servicios Sanitarios (Andess)

europapress