​Shokunin: Confiabilidad Nipona en la Jungla Global

|

Jimeu0301nez Bartolomeu0301 Paris

En estos tiempos de frágiles atlas y mercados que son espejos rotos, acaso valga recordar a quienes persisten ciertos en el centro del laberinto. Artífices del shokunin: esa ética del oficio que talla la confiabilidad en mármol invisible.


Tokio es un sueño de cerezos, Kioto un pabellón de musgo suspendido en el tiempo. Más allá del ikebana y los témpanos de silencio en la ceremonia del té, late una verdad antigua: Japón es un pueblo que ha rehecho su historia como quien reescribe un poema ante el espejo del desastre. Tsunamis, guerras, terremotos — cada ruina fue solo el prólogo de una reconstrucción obsesiva, un kizuna (lazo) tejido con respeto, disciplina y esa terquedad sagrada que Occidente llama excelencia.


Estos mismos arquetipos habitan a los grupos familiares empresariales japoneses y a sus rebrotes forjados por inmigrantes en Latinoamérica. Dos realidades paralelas: conglomerados cuyos centros neurálgicos son jardines de arena en Hiroshima o Kamakura, cuyas ramas extienden su sombra sobre complejos agro-industriales en el norte de Chile, componentes automotrices en Puebla o barcos pesqueros en el Atlántico brasilero; y familias que, tras generaciones en Lima o São Paulo, guardan el álbum de fotos de sus abuelos samuráis como un haiku olvidado. Ejecutivos viajados, políglotas de aeropuertos, cuya eficacia es un teorema. Pero lo esencial es otra cosa: el diálogo de sus valores ancestrales con el idioma sentimental de América, aquella patria hecha de abrazos y precipicios.


En este jardín de senderos que se entrecruzan, descubrimos ecos:

1. Shoshin: La Eterna Vocación de Aprendiz. Llegan — u observan desde lejos — con la humildad del que sabe que todo libro está por escribirse. Su shoshin (mente de principiante) no es candidez, sino estrategia metafísica. Nosotros, latinos de pasiones barrocas, reconocemos en ese gesto un espejo: enseñar es aprender dos veces, y recibir con calor es traducir el alma.


2. Omoiyari y Nemawashi: El Arte de Leer lo que No se Dice. El omoiyari es compasión activa, un presentimiento del dolor ajeno. Su herramienta es el nemawashi: sondear silencios, sembrar consensos en la penumbra antes de que nazca la decisión. ¿Acaso no es esto un verso del tango criollo? Los latinos también desciframos lo omitido, lo que flota en el aire como polvo de estrellas muertas. Ambos sabemos que el verdadero acuerdo nace en los intersticios de las palabras.


3. Ikigai y Ganbaru: La Brújula y la Persistencia. El ikigai es un propósito grabado en hueso, el ganbaru la terquedad de Sísifo con rostro zen. En nuestra "garra latina" hay un eco, sí, pero ellos convierten el esfuerzo en ceremonia: kaizen en las fábricas, meticulosidad en casas de té que son cápsulas del tiempo.


4. Humor: El Atajo Secreto del Laberinto. Surge, inesperado, un humor de relojería fina: ironías que desmontan jerarquías, sonrisas ante el absurdo de existir. Es idéntico al nuestro. Esa risa compartida es la llave que abre puertas invisibles.


Epílogo para la Next Gen: Trabajar con estos arquitectos de lo confiable revela un mandato: forjar líderes-estudiantes eternos que conserven su legado mientras traducen el mundo. El desafío no es técnico, sino cartográfico: mapear sensibilidades, hallar coordenadas comunes en el desierto de la incertidumbre.


¿Cómo implantar el kaizen en el caos fértil de Bogotá? ¿Cómo fundir el omoiyari con el fuego del abrazo porteño? La respuesta yace en un Aleph cultural: que su ikigai beba de nuestra pasión, mientras su ganbaru construye diques de paciencia. Así nace el shokunin global: confiabilidad como arte, consenso (nemawashi) como ritual.


Última enseñanza:

Entre la precisión japonesa y la cadencia latina, entre el omoiyari silente y el grito del "¡sí se puede!", hay un instante de wa (armonía) que contiene todos los instantes. Allí, en ese punto de fuga, la empresa es un jardín zen y una venerable iglesia cuzqueña a la vez. Resiliencia duplicada. Humanidad multiplicada.


Quizás, en otro universo, ya lo hemos logrado.


Gonzalo Jiménez Seminario, Presidente PROTEUS Profesor adjunto Ingeniería & MBA UC

Pilar Paris, Psicóloga y Filósofa, Gerente de Proyectos de PROTEUS

M. Pía Bartolomé, Psicóloga & Coach, Gerente de Proyectos de PROTEUS

europapress