No nos debe sorprender que de cuando en cuando se avecinen nuevas perturbaciones sobre los mercados financieros internacionales. El grado de conectividad entre ellos, el volumen de transacciones, su velocidad e importantes componentes de irracionalidad, manifestados en las posturas de los inversionistas, gatillan marcados vaivenes en los rendimientos de los instrumentos que en ellos se transan.
Hoy por hoy, el ruido y riesgo latentes se observan concentrados en los mercados de deuda, activos de renta variable y divisa, con marcados y cortos episodios de especulación. Lo anterior es consecuente con una sensación de que aún quedan vestigios de vulnerabilidad heredados de la crisis subprime. Esto se resume en que la volatilidad exhibida por los mercados financieros internacionales, ad portas a cerrar el primer semestre del año, no ha sido baja.
Los grados de aversión al riesgo nos llevan a asociar que la volatilidad, en forma normativa, es considerada un problema debido al aumento del riesgo que trae aparejado con ella. No obstante, la postura de aquellos inversionistas más cómodos con este tipo de escenarios no deja de sorprender y evidenciar comportamientos marcadamente especulativos que exacerban las respuestas del mercado.
No todo en este contexto es negativo o más riesgoso. La existencia de marcada volatilidad mejora la predicción de algunos índices junto con aumentar la probabilidad de determinar mayores rangos de ganancias, para aquellos que pacientemente y, con mucha técnica, monitorean los mercados en búsqueda de rentabilidades extraordinarias.
El entorno actual está acompañado de un mejor desempeño mundial y avances en las proyecciones de crecimiento, guarismos que compiten en protagonismo con los riesgos geopolíticos en variados puntos del orbe y los efectos de un proceso de normalización de la política monetaria de EE.UU. y sus efectos sobre las tasas largas, su moneda y los mercados emergentes. La postura, claramente más “hawkish”, de la Reserva Federal, devenga en especulación a favor de la moneda americana, la que sigue ganando terreno frente a otras divisas cuando se manifiestan nuevos riesgos del entorno.
Esta predisposición de los inversores gatilla lo que se conoce como fenómenos “fly to quality” ( vuelo hacia la calidad) lo que no implica otra cosa que posturarse sobre activos considerados seguros. En un escenario de recuperación, esto suena a problemas para las economías emergentes fielmente acompañadas de fundamentos más débiles, con los que sólo se puede sortear de manera menos robusta los ciclos nominales de los mercados financieros.
Los cambios en probabilidades están ajustándose a incluir los eventos que han tomado lugar en la zona Euro, los pasados días. La Unión Monetaria Europea continua sufriendo los avatares derivados de las críticas de los extremos defensores nacionalistas y populistas que han emergido a través del viejo continente. Tras el Brexit del 2016, varios focos de amenaza a la estabilidad política y al sistema económico, adoptado por la zona euro, han surgido. Esta vez el ruido se centró en Italia, donde la debilidad de un gobierno que no cuenta con mayoría ni ha podido establecer los requisitos técnicos para posicionarse, generó una crisis especulativa sobre los bonos del tesoro italiano a 2 años, los que registraron la mayor caída en puntos base ( 69 pb) en un día de transacción debido a un fuerte cambio de posiciones sobre este tipo de instrumentos. Esto sumado al veto al gobierno de Rajoy tiene a las bolsas europeas con reducidos índices de rendimiento y manifestando una marcada salida y nuevos movimientos de capitales que ha deteriorado la posición del euro frente a otras divisas, en particular el dólar.
América Latina no se encuentra en una mejor posición relativa, continúan los ruidos al entorno macroeconómico asociados a los elevados niveles de deuda externa, principalmente fiscal y, el empeoramiento de los déficits fiscales en las principales economías de la región, lo que emerge como una amenaza latente a la magnitud de la recuperación económica.
Un cierre algo más afable apunta a concluir que al observar este ambiente de turbulencias financieras, surge como una luz el hecho de que las variables macroeconómicas se observan más estables y robustas, lo que hace plausible que los vaivenes de los mercados financieros se presuman transitorios y conducentes a llevar a los inversionistas, en forma más rápida, hacia posiciones de mayor racionalidad en sus maniobras especulativas.
Nicole Stuckrath
Docente Universidad Gabriela Mistral
Coordinadora de Macroeconomía