La Concertación de Partidos por la Democracia, fue el pacto más exitoso y duradero en la historia política chilena de todo un siglo. Otras anteriores, como la Alianza Liberal que triunfara en 1920, eclipsó en menos de 10 años, producto de los liderazgos personalistas.
El país sigue acumulando un severo problema macroeconómico que tendrá que enfrentarse más temprano que tarde. El endeudamiento externo ya casi alcanza a un 40% del PIB, alimentado por la situación de pandemia que hemos atravesado y las necesidades que envuelven los distintos tipos de ayuda que han tomado la forma de bonos y diversas formas de apoyo monetario a personas, familias y empresas.
Debate ha causado la decisión que, en las instancias y por medio de los mecanismos correspondientes, ha adoptado la Convención Constitucional en orden a elevar significativamente los recursos dedicados a asignaciones a los miembros de dicho cuerpo. El debate se centra en torno a lo que muchos han señalado constituye una medida inadecuada, especialmente por la naturaleza de este cuerpo electo para redactar un proyecto de nueva Constitución.
En estos días se ha dado a conocer un estudio de la OCDE en que se muestra la calidad productiva de la fuerza laboral sobre la base de competencias lectoras (comprensión de lectura) y habilidades matemáticas básicas.
Chile se encuentra remecido por acontecimientos que abren gran incertidumbre hacia el futuro, y que ponen en riesgo lo que se ha logrado avanzar en materia económica y social con mucho sacrificio.
Ya es un lugar común manifestar que Chile enfrenta problemas muy serios en materia social y económica, especialmente considerando las proyecciones a un plazo de tiempo mayor a la coyuntura.
“Ya es un lugar común decir que la clase política “no da el ancho”, especialmente frente a las graves circunstancias que afectan al país y al mundo. Los conglomerados políticos están Inundados de discursos populistas, de airadas manifestaciones de inconsecuencia y de gran ignorancia en materias técnicas y políticas; ni siquiera se atreven a escuchar las voces de expertos.
Son más de 200.000 millones dólares (cerca de 2/3 del PIB de Chile) lo acumulado como ahorro previsional de los trabajadores quIenes han ido mes a mes depositando a lo largo de los años. Y lo han hecho de acuerdo a las reglas del juego: el ahorro previsional, administrado por las AFPS, constituye el fondo para retirarse obteniendo una pensión por el resto de su vida.
Todos hemos visto las largas filas en malls y centros de entretención, que en gran medida se producen por la necesidad de darle un “sacudón” a las angustias que ha traído el virus, y por el crédito que se da a esas afirmaciones disidentes que causan, de esta forma, un daño significativo.Y tras de toda esta compleja circunstancia, se sitúa un debate político que trata de sacar partido de las situaciones que se asocian a la pandemia y sus efectos.
Se ha puesto de manifiesto la profunda crisis que vive la política partidista en Chile. La ciudadanía ha expresado un claro rechazo a todos los bloques y partidos, denotando de este modo su cansancio con las fórmulas tradicionales y el más bien lamentable desempeño de los representantes de todos los partidos y sus alianzas en el gobierno y el parlamento.
El debate se ha hecho álgido con relación al sistema de AFPs y el ahorro previsional. Mucho se ha basado en especulaciones sobre los eventuales abusos de las AFPs con sus afiliados, cuestión que nunca ha quedado más allá de afirmaciones basadas en creencias.
Hace pocos días abundaron las noticias acerca del procesamiento a que sería sometido un alcalde de la Región Metropolitana, aparentemente por sus activas vinculaciones con el narcotráfico. Al mismo tiempo, se han generado opiniones de destacados dirigentes de un partido político quienes se han referido a la injerencia que el narcotráfico parece ejercer en su quehacer.
Nuestro país está pasando por un enorme sufrimiento producto de la terrible pandemia que nos aqueja y de sus tristes consecuencias. Se ha escrito mucho sobre las conductas que hemos estado practicando como sociedad y que han ayudado decididamente a llegar al punto de verdadera desesperación en que nos encontramos.
La situación sanitaria ha alcanzado una evidente gravedad, dado el número de infectados diarios y la presión que existe sobre la ocupación de camas para pacientes críticos. Indudablemente, esto es gran parte debido a la falta de disciplina que hemos mantenido como sociedad, dejando de lado las recomendaciones sanitarias y desarrollando todo tipo de conductas contrarias a la necesidad de aislamiento y protección.
Primero se constituyó en hito de una cierta “diversión” por parte de agitados grupos que usaron el emplazamiento de la estatua del General Baquedano como ícono para diversas celebraciones. En efecto, los triunfos y derrotas deportivos volcaban a la Plaza Baquedano a multitudes que coreaban alegres himnos o manifestaban su frustración frente al monumento.
Vivimos días muy difíciles, y sus tribulaciones se transmiten directamente a nuestros niños, quienes se enfrentan a la necesidad de adaptarse a una sociedad de incertidumbre y temor. Actos vandálicos son catalogados por muchos como acciones de “protesta”, aunque nunca está bien especificado porqué y ante qué.
El conflicto de la Araucanía ha ido escalando en cuanto al grado de violencia y la tensión nacional que ocasiona. De un conflicto que se visualizaba como uno de tipo local, en que comunidades mapuches reclamaban por derechos de propiedad que les habían sido conculcadas en el pasado, se ha avanzado a un conflicto que envolvería intervención extranjera y grupos eventualmente ligados al narcotráfico.
No cabe ninguna duda que el año 2020 se constituyó en una verdadera catástrofe con respecto a la educación de los más vulnerables. Éstos, sometidos a la amenaza del contagio con el COVID19, estuvieron esencialmente desvinculados del proceso de aprendizaje y del sistema escolar.
La ciudadanía se encuentra muy inquieta frente a lo que parece una inmigración fuera de control. Diarios reportes desde el norte de Chile dan a conocer la existencia de verdaderas multitudes de inmigrantes que no necesariamente parecen cumplir con los requisitos debidos para ingresar al país, es decir cumpliendo adecuadamente con las leyes y reglamentaciones.
Nuestro país vive los síntomas de una especie de bipolaridad social. En efecto, Chile vive tiempos muy difíciles en lo económico y sanitario, pero el mundo político está envuelto en debates que ocurren realmente en otra esfera, distinta y casi contradictoria con lo que el ciudadano medio demanda.