Precisamos propuestas trascendentes

|

Luis Riveros

Ya es un lugar común manifestar que Chile enfrenta problemas muy serios en materia social y económica, especialmente considerando las proyecciones a un plazo de tiempo mayor a la coyuntura. Esto se extiende también a la gran problemática política que se ha abierto con el proceso de redacción de un nuevo proyecto constitucional, discusión que no se desliga de tales problemáticas en el horizonte de largo plazo. Ciertamente, las dificultades que enfrenta Chile van mucho más allá de aspectos puramente coyunturales, y probablemente se extienden a la consideración de las próximas décadas. Innegablemente, esta perspectiva es fuente de incertidumbre y de una cierta inestabilidad en la concepción de los escenarios futuros, que las opciones políticas debieran ayudar a disminuir. En el debate político corriente, sin embargo, se aprecia un fuerte énfasis, casi excluyente, en los problemas y aspectos más coyunturales, incentivado por un periodismo que, en un incentivo ciertamente comercial, busca la contradicción entre distintas visiones sobre los problemas vigentes. Pero con eso se deja de lado la consideración de los escenarios futuros de mayor trascendencia, y aleja la consideración de los problemas y propuestas estructurales, para abordar los cuales ni políticos ni periodistas parecen estar interesados ni preparados. El actual debate presidencial, por ejemplo, está plagado de discusiones sobre temas puntuales y de corto plazo, y no se aprecia un esfuerzo por explicitar el país que se sueña, es decir aquello a lo que se aspira como escenario deseable para el largo plazo nacional.

El verdadero liderazgo se debe hacer notar en cuanto a contar con un sueño de país, la realidad hacia la que se quiere avanzar, lo cual debería comprometer integralmente la acción de gobierno. Ese marco de país al que se desea llegar, aunque sea generalmente definido, permite postular acciones y medidas en un contexto programático. La ciudadanía puede así tener clara referencia sobre lo que cada opción presidencial representa en materia de ideas y principios, pero principalmente en cuanto a una visión del futuro. Pero eso está ausente de los debates, incluyendo aquel que radica en los asesores económicos de los respectivos candidatos presidenciales, quienes aventuran anuncios y posibles medidas sin atender un marco orientador en términos del país que se quiere. No hay un análisis de efectos de las medidas propuestas, más allá de aquellas fáciles de avizorar en el plazo de solamente algunos meses. La discusión debe ser esclarecedora en cuanto a los efectos posibles de diversas medidas, para que así la ciudadanía construya un cuadro que enmarque sus decisiones presentes. Es la única forma en que la opción por precandidaturas presidenciales constituya un pronunciamiento serio sobre un programa, y no sobre titulares atractivos para propósitos puramente electorales.

Por ejemplo, no existe en las actuales discusiones relativas a opciones presidenciales una consideración muy profunda sobre aspectos claves para construir el país del futuro, como es la educación. Ella nuevamente se ve sólo como un gasto más que hay que efectuar sin considerar la prioridad estratégica que reviste para un Chile más integrado y en progreso. Los debates han servido más para rubricar afirmaciones ya conocidas, pero muy poco en cuanto al cambio fundamental que se requiere en este ámbito para avanzar hacia un país con más justicia social, pero también con mayor potencial productivo y de desenvolvimiento de las personas. No basta ya decir que necesitamos más educación igualitaria, pública y de calidad, puesto que la ciudadanía necesita saber qué es lo que ello implica en términos programáticos y acciones de gobierno.

Estamos llenos de afirmaciones generalistas, muy bien pauteadas por los asesores políticos pero mal diseñadas en cuanto a su contenido proyectado hacia el futuro. Esa falta de discusión es, precisamente, una fuente de desorientación del electorado, y una razón para explicar las enormes tasas de abstención que hemos estado presenciando. Elevar el nivel del debate, proyectar las ideas a largo plazo, ser específico en las acciones diseñadas para perseguir el ideal de país que cada uno conciba. Las últimas elecciones presidenciales han sido todas caracterizadas por los mismos generalismos subyacentes a propuestas que mantienen una tibia mirada al largo plazo; es bueno que aprendamos a entender un proceso de elección presidencial como una opción de propuestas destinadas a edificar el Chile futuro.


Prof. Luis A. Riveros

europapress