“Temo más a dos jóvenes en un garaje que a los competidores que ya conozco”, dijo Jeff Bezos en su intervención en la reciente Italian Tech Week en Turin, a propósito de la que considera la única cualidad humana que la inteligencia artificial (IA) y la automatización no podrán reemplazar: la inventiva. Bezos hizo, entre muchas otras, dos interesantes afirmaciones por su relación con el futuro del trabajo en esta nueva era. A su juicio, ninguna máquina, ningún robot, podrá replicar la capacidad de inventar, propia de cada ser humano, por lo tanto el tipo de trabajador que nunca podrá ser reemplazado por la IA, es el que tiene la capacidad de inventar. En su visión, que es compartida por otros líderes tecnológicos y organismos especializados, el futuro del mercado laboral se centrará en la creatividad y la innovación, porque la inventiva impulsa el desarrollo tecnológico y es la base de todo desarrollo.
La segunda afirmación se refiere a la potencialidad de la revolución tecnológica: “nunca ha habido un mejor momento para ser emprendedor”.
La IA impulsa la mayor transformación laboral desde la revolución industrial. Las visiones sobre el futuro del trabajo en esta nueva era van desde el realismo y el optimismo disruptivo de los líderes tecnológicos, a la cautela reguladora, con importantes matices, de los organismos multilaterales y los gobiernos. Pero hay un punto de convergencia: la urgente necesidad de la recalificación profesional, y por lo tanto de la transformación de la educación en todos sus niveles.
Una conclusión es clara para todos: el futuro del trabajo exige pasar de las tareas rutinarias, sean del nivel que sean, a la creación de valor cognitivo y emocional complejo, porque en este contexto, la ventaja humana es la creatividad y la empatía, que la IA no puede replicar. Mientras para Jeff Bezos el punto está en la capacidad de inventar, para Bill Gates el foco está en tres áreas: las ciencias de la vida, las soluciones para la energía y la interacción humana (empatía, enseñanza y juicio ético). Elon Musk es más radical, piensa que la IA dejará a la mayoría de la población sin necesidad de trabajar y solo el cuidado de las personas y la sanidad serán los últimos en automatizarse, porque requieren de empatía. A Sam Altman le preocupa la curva de adaptación, por las personas mayores de 60 años que enfrentan mayores dificultades para reciclarse profesionalmente en un mercado laboral en rápida evolución. Advierte que la IA destruirá una gran cantidad de puestos de trabajo, especialmente en el corto plazo, en un proceso de transformación profunda del panorama laboral, una reconfiguración de tareas y roles. A pesar de la destrucción inicial, confía en la capacidad de adaptación humana para crear nuevas actividades y nuevos roles laborales como sucedió en revoluciones industriales anteriores.
Por su parte, los organismos como la OIT, la OCDE, la CEPAL y el WEF, por citar algunos de los más directamente centrados en esta revolución del trabajo, se focalizan en que esta transición se debe gestionar de manera justa y equitativa, crear y no destruir de empleos (transformación y crecimiento neto), advirtiendo sobre los riesgos éticos, la brecha de género, los derechos humanos, la protección de la privacidad y el aumento de las desigualdades. Básicamente inversión en las personas y regulación, educación y recalificación masiva, formación continua a lo largo de la vida. Según un informe de la OIT de mayo 2025, uno de cada cuatro empleos a nivel mundial (cerca del 24%) tiene algún grado de exposición a la IA generativa, lo que significa que parte de sus tareas podrían ser automatizadas.
En términos concretos, la OCDE promueve las “Cuentas de Aprendizaje Individuales (CAL)” como el mecanismo clave, que consisten en fondos portátiles y acumulativos, cofinanciados por el individuo, la empresa y el Estado, que empoderan al trabajador para elegir su formación. Un ejemplo es el “CPF” francés (Compte Personnel de Formation), que alrededor del 7% de la fuerza laboral utiliza activamente cada año para adquirir nuevas competencias.
Las habilidades a priorizar en esta recalificación son el pensamiento crítico y la creatividad para analizar y validar los resultados de la IA; habilidades socioemocionales como la empatía, flexibilidad y gestión de equipos; y alfabetización en IA: entender sus limitaciones, sesgos y el uso ético.
En cuanto a gobernanza y regulación, la OIT y la OCDE exigen regulaciones que garanticen la transparencia y explicabilidad algorítmica en las decisiones laborales (contratación, supervisión). La OIT enfatiza la necesidad del diálogo social para negociar la implementación de la IA en el lugar de trabajo. Y sobre la protección social, los sistemas de seguridad social deben adaptarse a la "economía gig" y las nuevas modalidades de trabajo. La OCDE sugiere revisar los seguros de desempleo para que cubran a los trabajadores independientes, y la CEPAL impulsa la inversión en infraestructura digital para evitar la marginación de los trabajadores menos cualificados.
El futuro del trabajo no es el fin del empleo, sino el fin del trabajo tal como lo conocemos. La supervivencia laboral dependerá de la capacidad de inventar, de sentir y de interactuar, respaldada por un ecosistema de políticas públicas centradas en la inversión humana. Y en la capacidad del estado de hacerse cargo de las brechas y el desfase que en este proceso afectará a las personas que no podrán recalificarse y que quedarán marginadas, sin los ingresos que proporciona el empleo y sin la protección social que este implica. Lo mismo pasa con la economía informal, un 61% promedio mundial (más de 2 mil millones de personas), en el caso de América Latina es un 35% - 40%, África un 84% y Asia un 66%. Para atender a esta realidad ineludible de la revolución del trabajo, es que se plantea cada vez con más fuerza y claridad establecer sistemas de ingreso básico garantizado a los trabajadores desplazados por la destrucción de empleos. Las formas de financiación de estos sistemas son objeto de controversia, incluyendo las propuestas de gravar a los robots y todo proceso de automatización que reemplace trabajadores, en función del incremento de la productividad y las ganancias para la empresa.
Prof. Héctor Casanueva
Vicepresidente del Foro Académico Permanente América Latina, el Caribe y la Unión Europea (FAP ALC-UE)
Profesor-investigador del Instituto Universitario
de Análisis Económico y Social (IAES), UNIVERSIDAD DE ALCALÁ, Alcalá de Henares, España
Coordinador de la Cátedra de Prospectiva y Relaciones Internacionales,
Instituto de Estudios Internacionales, UNIVERSIDAD DE CHILE
Ex Embajador de Chile en Ginebra y Montevideo