Burnout Colectivo: Cómo detectar revertir y transformar el agotamiento en liderazgo consciente

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Burnout Colectivo

Con más de 23 años de experiencia en transformación humana, más de 100 procesos liderados en organizaciones como Enel, Codelco y Cencosud, y como profesor de liderazgo y coaching en la Universidad Adolfo Ibáñez, Pablo Fuenzalida advierte que el burnout colectivo se ha instalado como un fenómeno estructural. Aún no nos recuperamos neurológicamente del impacto de la pandemia, y el entorno de incertidumbre permanente está afectando el bienestar y la cohesión interna de los equipos. Identificar las señales, tomar acción oportuna y formar liderazgos emocionalmente preparados es hoy clave para sostener la salud organizacional.


El agotamiento emocional ya no es un caso aislado dentro de las empresas. Se ha convertido en una realidad extendida que afecta el clima laboral, la productividad y la salud mental de los equipos. En un entorno donde la incertidumbre, la sobreinformación y la exigencia se volvieron permanentes, el síndrome de burnout —o del trabajador quemado— dejó de ser una condición personal para instalarse como fenómeno colectivo.


Menor participación, desánimo sostenido, licencias reiteradas o conversaciones cargadas de negatividad son solo algunas de sus señales. Según Pablo Fuenzalida —especialista en transformación humana, docente universitario y asesor de equipos directivos— la raíz del desgaste muchas veces no está en la carga de trabajo, sino en un sistema emocional desbordado.


"No nos hemos recuperado neurológicamente del impacto de la pandemia. La amígdala cerebral, que regula el estrés, quedó hiperactivada. Cuando eso no se regula, el sistema empieza a fallar en silencio", explica. A ese estrés de base se suma un entorno externo cada vez más incierto: crisis económicas, disrupciones tecnológicas, amenazas ambientales y una sobrecarga constante de información. "Nuestro sistema nervioso busca certezas para estabilizarse, pero el entorno ya no las ofrece con facilidad", agrega.


Este estado de alerta emocional se expresa tanto en equipos presenciales como híbridos o remotos. "Muchas personas hoy no tienen las condiciones mínimas de estabilidad emocional para sostener el día a día laboral. No por falta de compromiso, sino porque su sistema ya no da más", afirma el experto.


Para prevenir o revertir el desgaste, Pablo Fuenzalida propone observar ciertas señales de alerta: conversaciones permanentemente negativas, fatiga evidente que se manifiesta en ausencias, atrasos y bajo involucramiento, aumento de licencias médicas y quejas, además de desconexión emocional en entornos virtuales. Frente a estas señales, recomienda comenzar con acciones simples: fomentar la respiración consciente, crear espacios de conversación emocional segura, poner el foco en el progreso más que en el resultado, e implementar herramientas prácticas como pausas activas y microdescansos.


Como ejemplo de éxito, el especialista relata el caso de una gran cadena de retail que aplicó un programa de bienestar emocional que alcanzó a 18.000 personas. Con una dedicación mínima diaria durante un mes y medio, la empresa logró mejorar el clima laboral e incrementar la capacidad de autorregulación emocional del equipo. "Fue profundamente valorado por sus colaboradores, quienes sintieron que la empresa los cuidaba más allá del rendimiento", cuenta.


El experto sostiene que el error más frecuente en contextos de burnout colectivo es exigir más cuando ya hay señales claras de desgaste. "La productividad se construye sobre bienestar, no al revés", enfatiza. En organizaciones grandes o pequeñas, el punto de partida está en los liderazgos. Incluso si no hay recursos para programas amplios, formar a quienes guían equipos puede marcar la diferencia.


En ese marco, algunos de los errores frecuentes incluyen aumentar la presión en momentos de saturación, evitar preguntar "cómo estás" por miedo a no poder resolver los problemas, y tomar decisiones sin diálogo ni acuerdo. En contraste, lo que sí funciona es cuidar primero el propio bienestar aplicando el principio del "liderazgo con mascarilla propia", entrenar la inteligencia emocional como competencia crítica, cambiar el foco del control al acompañamiento e instaurar una cultura de contención, no solo de rendimiento.


Para quienes hoy lideran "en piloto rojo", Fuenzalida recomienda comenzar por pequeños hábitos restauradores. "No se trata de grandes cambios. Se trata de constancia. De disciplinar la pausa. De volver al cuerpo. De aprender a escuchar sin intentar resolverlo todo", afirma.


"El agotamiento no se soluciona con más presión, sino con más contención estratégica. Y el liderazgo emocional no es un valor agregado: es una herramienta esencial para sostener el futuro de los equipos", concluye el experto.


Más información @pablofuenzalida.oficial y en su LinkedIn Pablo Andrés Fuenzalida



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