(Foto: Concesión/LivaNova PLC)
La autotransfusión es una técnica en la que la sangre del paciente que se perdería durante la cirugía se recupera, pasa por un proceso de filtración, concentración y lavado en el que se eliminan todas las impurezas, y luego se reinfunde en el mismo paciente.
El procedimiento no es nuevo y cuenta con un significativo nivel de aceptación entre los médicos debido a su seguridad, pero gran parte de la población desconoce la posibilidad de usar su propia sangre durante cirugías con potencial de sangrado, como las cardíacas y ortopédicas, algunas de las más comunes.
La excepción son los Testigos de Jehová, quienes, debido a sus convicciones religiosas, no aceptan ser sometidos a la transfusión de sangre alogénica (donada por terceros), teniendo, por lo tanto, la autotransfusión como una de las opciones viables para la realización de cirugías.
Tanto así que el Hospital Clínico de la Universidad de Chile cuenta con un aparato recuperador de glóbulos rojos que permite realizar cirugías ‘sin sangre’ donado por el grupo religioso a través de su Comité de Enlace con los Hospitales. “En cualquier cirugía grande, donde se pierden muchos glóbulos rojos, esta máquina es capaz de recuperarlos y ponerlos a disposición del mismo paciente. Desde ese punto de vista, esto es una autotransfusión. Obvia todos los riesgos de las transfusiones, salvo la parte operativa, y es aceptada por los Testigos de Jehová también, que no permiten otro tipo de transfusiones. Esto por supuesto también va a beneficiar a otros pacientes que no son Testigos de Jehová”, explicó en su momento el Dr.Gonzalo Cardemil, cirujano del Departamento de Cirugía.
En 2007, la comunidad marcó un hito en la medicina chilena cuando una mujer profesa de la religión se convirtió en la primera Testigo de Jehová en recibir un trasplante de hígado en el país. El procedimiento se realizó en el mismo hospital.
Asimismo, en 2019 la Suprema Corte falló a favor de un paciente Testigo de Jehová que pedía ser intervenido en una cirugía libre de transfusiones de sangre. Originalmente, el hospital se negó, pero la corte enfatizó el derecho a la libertad de conciencia y le ordenó a los médicos a realizar la operación usando el método de autotransfusión .
Seguridad transfusional y hematológica
La transfusión de sangre tradicional conlleva riesgos de contaminación y/o rechazo inmunológico del organismo, además de efectos inflamatorios e inmunomoduladores que aumentan la probabilidad de infecciones, prolongan el tiempo de hospitalización e incluso elevan la mortalidad. Considerando lo anterior, la Organización Mundial de la Salud (OMS) divulgó en 2021 un documento sobre la necesidad urgente de implementar un programa global para la gestión óptima de la sangre del propio paciente.
Conocido por la sigla PBM (del inglés Patient Blood Management), este programa combina técnicas, medicamentos y equipos, organizados en tres pilares de acción. El primer pilar es el tratamiento de anemias y coagulopatías en el período preoperatorio; el segundo, el uso de estrategias para disminuir o recuperar la pérdida de sangre durante el período intraoperatorio; y el tercero, la promoción de la tolerancia a la anemia mediante el uso de las reservas fisiológicas del paciente en el período postoperatorio, tomando decisiones individualizadas en cada caso.
El segundo pilar contempla el uso de estrategias y equipos que permiten recuperar la sangre del propio paciente durante la cirugía, lo que se conoce como autotransfusión. Diversas publicaciones científicas demuestran que este enfoque reduce considerablemente el uso de sangre alogénica (proveniente de otro individuo), eliminando los riesgos inherentes a las transfusiones, como la reacción inmunológica, la transmisión de infecciones o efectos inflamatorios. Al tratarse de la propia sangre del paciente, se evita el riesgo de rechazo y se mejora la seguridad transfusional.
La implementación de este enfoque resulta especialmente relevante en el contexto chileno, donde los bancos de sangre han enfrentado una disminución sostenida en las donaciones. En febrero de 2025, las donaciones en la Región Metropolitana cayeron un 25%, alcanzando apenas 290 donantes diarios, cuando se necesitan al menos 400 para mantener un stock adecuado. Esta crisis no es nueva: en 2023, los centros de sangre ya advertían que los bancos estaban al límite por el aumento de transfusiones y la baja en donaciones voluntarias. De hecho, mientras la OMS recomienda un mínimo de 20 donantes por cada 1.000 habitantes, en Chile solo se registran 14. En este escenario, el uso de la autotransfusión representa no solo una estrategia clínica más segura, sino también una respuesta viable y sustentable ante la creciente escasez de sangre disponible para transfusiones.
Además de sus beneficios clínicos, la autotransfusión presenta una ventajosa relación costo-beneficio para los sistemas de salud. En países como Brasil, su uso está respaldado por un marco legal específico, lo que demuestra que su implementación a mayor escala es posible y deseable también en otras regiones.
El escenario chileno y mundial
El concepto de PBM fue aprobado en 2010 por la Asamblea Mundial de la Salud y en 2011, fue el foco del Foro Global para la Seguridad de la Sangre, promovido por la Organización Mundial de la Salud. En 2017, el PBM fue recomendado como estándar de atención por la Comisión Europea y, en 2019, se convirtió en el estándar de manejo de los pacientes en todos los hospitales de Australia, con el que el país, registró una reducción del 28% en la mortalidad, 31% de reducción en infarto agudo de miocardio y accidente vascular cerebral, 15% de reducción en el tiempo de internación hospitalaria y 21% de reducción en las tasas de infección, junto con aproximadamente 100 millones de dólares australianos ahorrados en costos directos e indirectos en los últimos seis años.
En Canadá, donde el PBM fue implementado con éxito hace 20 años, se registró una reducción significativa en el tiempo de internación y en las tasas de infección en cirugías cardíacas y ortopédicas, economizando cerca de 50 millones de dólares canadienses por año.
La transfusión de sangre autóloga es un procedimiento reconocido y practicado en Chile. Se puede aprender a realizarlo en programas de posgrado especializados y cursos de formación continúa. Por ejemplo, la Pontificia Universidad Católica de Chile ofrece una especialización en Medicina Transfusional y Bancos de Sangre, que capacita a los médicos para gestionar y supervisar los servicios de transfusión sanguínea, abarcando tanto las prácticas transfusionales autólogas como las alogénicas. La universidad también imparte el curso de formación continua "Terapia Transfusional y Reposición de Volumen", diseñado para profesionales médicos que buscan actualizar sus conocimientos en el campo.
¿Cómo funciona la autotransfusión?
El proceso es realizado por medio de equipos automatizados, como el XTRA de LivaNova, que aspiran la sangre del campo quirúrgico, recuperan y concentran los glóbulos rojos autólogos (del propio paciente), el componente más crítico de la sangre. Después de eso, estos glóbulos rojos se“lavan” para eliminar completamente todas las impurezas y entonces, la bolsa de sangre autóloga, fresca, totalmente limpia y completamente segura, es reinfundida en el paciente.
Kelton Caíres, gerente clínico de LivaNova, empresa global de tecnología e innovación médica que produce máquinas de autotransfusión, señala más ventajas además de la reducción del riesgo de infecciones, de problemas inmunológicos y de compatibilidad sanguínea: “el procedimiento también hace a la sangre disponible en poco tiempo, incluso para pacientes con tipos raros de sangre o con anticuerpos específicos; además, la sangre autóloga no sufre efectos de almacenamiento como ocurre en las bolsas de sangre donada y puede presentar un costo más bajo que la transfusión convencional, ya que reduce el uso de serologías de alto costo para identificar posibles enfermedades transmisibles así como las pruebas de compatibilidad entre el donante y receptor”.