(MundoMaritimo.cl) La industria del transporte marítimo de contenedores parece vivir en un universo paralelo. Mientras la demanda del mercado permanece débil y se proyecta que continuará así durante el segundo semestre de 2025, las líneas navieras siguen sumando nueva capacidad a un ritmo récord. Solo en la primera mitad del año se incorporaron 1,18 millones de TEUs, y se espera que las entregas de nuevos buques marquen récords anuales hasta 2027.
“La industria está avanzando hacia un futuro que cada vez se siente más desconectado de la realidad”, advierte el analista de la industria marítima portuaria y logística, Jon Monroe, quien describe al sector como “impulsado por herramientas obsoletas, mercados saturados y un tecno-optimismo que ignora los fundamentos económicos y a las personas atrapadas en medio de este cambio”.
Puertos en busca del “sueño megabuque”
En este escenario, explica, muchos puertos estadounidenses están destinando miles de millones de dólares a adaptarse para recibir buques entre 15.000 y 24.000 TEUs. La apuesta por el “megaship dream”, como lo denomina Monroe, no parece sustentarse en cifras alentadoras. “¿Es esto sostenible, o incluso racional, cuando la demanda es tibia y la infraestructura terrestre no puede seguir el ritmo?”, se interroga el analista.
En los casos donde no existe suficiente terreno disponible para expandirse, la estrategia parece ser una sola: ganar espacio al mar. “La solución de algunos puertos ha sido verter más concreto en el océano, creando superficie artificial para perseguir un volumen que quizá nunca llegue”, describe.
“Cuatro vientos en contra”
Según el analista las líneas navieras enfrentan un conjunto de desafíos sin precedentes que están redefiniendo el panorama global del transporte marítimo. En ese sentido, identifica “cuatro grandes “vientos en contra” para el segundo semestre de 2025:
Exceso de capacidad: Según Alphaliner, sostiene, se entregaron 1,8 millones de TEUs en los primeros seis meses del año. La cifra podría superar los 2 millones antes de diciembre, y se prevé un volumen similar para 2026 y 2027. “¿Se pasaron las líneas navieras al ordenar tantos buques?”, cuestiona Monroe.
Debilidad del consumo: La confianza del consumidor en EE.UU. cayó en junio a su punto más bajo en seis meses. El gasto del segundo trimestre estuvo distorsionado por una pausa temporal en los aranceles, pero la situación cambiará a medida que las empresas importadoras comiencen a sentir el impacto de forma completa. “Las líneas navieras deberán ajustar sus itinerarios y recurrir a cancelaciones de itinerarios (blank sailings) para intentar mantener tarifas y volúmenes”, indica.
Cambio en los orígenes de manufactura: Las decisiones de los grandes propietarios beneficiarios de la carga (BCOs) en cuanto a nearshoring, reshoring o friendshoring son cada vez más complejas. “Parece que ningún país está a salvo de los aranceles del presidente Trump. Las líneas navieras deberán seguir el flujo de la carga adonde sea que la demanda las lleve”, afirma Monroe.
Riesgos geopolíticos: El entorno actual exige navegar un mundo fragmentado. La crisis del Mar Rojo provocada por los ataques hutíes, la piratería en África occidental, las tensiones en el estrecho de Taiwán y la guerra en Ucrania son solo algunos de los focos de inestabilidad que alteran rutas, aumentan costos y suman incertidumbre operativa, menciona el analista.
Un entorno económico frágil
A todos estos factores se suma una economía mundial bajo presión. “Los precios de la vivienda siguen inflados, las tasas de interés son dolorosamente altas, la inflación aún no está controlada, y muchas empresas están recortando personal”, apunta Monroe. Quienes aún conservan sus empleos tampoco se sienten seguros: “Muchos temen el momento inevitable en que serán reemplazados por una alternativa más rápida y barata basada en IA”, sostiene.
Este entorno, señala el analista, no solo complica las decisiones estratégicas de las navieras, sino que también mina la confianza del consumidor y, por ende, de la demanda.
¿Hacia un ajuste forzado?
Con este cuadro, parece inevitable un ajuste del mercado. Las líneas navieras están llamadas a revisar sus planes, reconfigurar rutas, optimizar recaladas y adaptar su capacidad a una realidad mucho más incierta de lo que sus actuales inversiones parecen asumir.
“La industria está siendo arrastrada por una inercia construida en tiempos de auge, pero ese auge ya no existe. El desafío es cambiar de rumbo antes de que el desajuste entre oferta y demanda profundice la crisis de rentabilidad”, concluye Monroe.