Un marcado aumento de la incertidumbre en las políticas comerciales, de defensa, de cooperación internacional y de regulación global podría suponer un reto para la estabilidad financiera, según advierte el Banco Central Europeo en su 'Informe de Estabilidad Financiera', publicado hoy por la entidad.
"El aumento de las fricciones comerciales y los consiguientes riesgos a la baja para el crecimiento económico están lastrando las perspectivas de estabilidad financiera", ha declarado el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos.
La institución considera que los frecuentes cambios y retrocesos en la política arancelaria, junto con las significativas modificaciones del entorno geopolítico, "podrían tener importantes repercusiones económicas y financieras".
Asimismo, advierte de que, si bien los desequilibrios macroeconómicos globales siguen siendo un tema recurrente en el debate político, no está claro que los aranceles sean el instrumento político más adecuado para abordarlos.
En este sentido, recuerda que el significativo aumento de la incertidumbre y las fricciones comerciales provocó fuertes picos de volatilidad en los mercados financieros y elevó el riesgo de una desaceleración económica.
"Si bien los activos de riesgo recuperaron por completo sus pérdidas iniciales a mediados de mayo, los mercados siguen siendo muy sensibles a las noticias relacionadas con los aranceles", señala el BCE, para el que los mercados de renta variable, en particular, siguen siendo vulnerables a ajustes repentinos y bruscos, ya que las valoraciones se mantienen elevadas y persiste la preocupación por la concentración de riesgos.
De tal modo, en un entorno de mayor volatilidad del mercado, podrían revelarse debilidades de liquidez y apalancamiento de las entidades no bancarias de la zona euro, lo que amplificaría las perturbaciones del mercado.
Por su parte, las empresas y los hogares de la zona euro, si bien han visto mejorar sus balances en los últimos años, podrían enfrentarse a dificultades futuras debido a las tensiones comerciales y las perspectivas de crecimiento más débiles, dado que la eurozona es una economía muy abierta y las fricciones comerciales afectarán a las empresas que dependen del comercio exterior, con posibles repercusiones para los hogares si estas vulnerabilidades corporativas resultan en despidos.
En este contexto, la exposición al riesgo crediticio podría aumentar para los bancos y las entidades no bancarias de la zona euro, aunque la capacidad de los bancos para absorber un mayor deterioro de la calidad de los activos debería estar respaldada por una sólida rentabilidad y considerables reservas de capital y liquidez.
De su lado, a pesar de que las ratios de deuda soberana sobre PIB en la zona euro han disminuido considerablemente tras el aumento repentino registrado durante la pandemia, los fundamentos fiscales siguen siendo frágiles en algunos países, por lo que los planes para aumentar el gasto en defensa tienen el potencial de impulsar el crecimiento económico si se centran en la inversión productiva, pero también podrían plantear riesgos dadas las mayores necesidades de emisión en un momento de aumento de los costes de financiación.
Este mayor gasto en defensa, junto con un crecimiento más débil y otros desafíos estructurales, como los planteados por el cambio climático, la digitalización y el envejecimiento de la población, podrían agravar la ya de por sí tensa situación fiscal de algunos gobiernos de la zona euro, advierte el BCE.
De este modo, la entidad subraya que, en el actual entorno altamente incierto, preservar y fortalecer la resiliencia del sistema financiero "es clave" y recomienda a las autoridades macroprudenciales mantener los requisitos de colchón de capital y las medidas basadas en los prestatarios para garantizar unas condiciones de préstamo sólidas.
Por otro lado, considera que la creciente presencia en el mercado y la interconexión de las entidades no bancarias exigen un conjunto integral de medidas políticas que aumenten la resiliencia del sector de intermediación financiera no bancaria.