​Entre la quimera de la paz y el delirio del conflicto

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Leonardo Quijarro2

Los primeros meses de este 2025 han estresado nuestra capacidad de comprensión y análisis respecto de los principales y más conocidos conflictos en desarrollo, a saber, la guerra entre Rusia y Ucrania y, por otro lado, al que enfrenta a Israel con el grupo islámico Hamás en la franja de Gaza, sin poder dejar de lado, en forma paralela, lo que ocurre en Cisjordania y el Líbano, en este último país, contra el grupo Hezbollah.


El mundo ha transitado de ver una continuación de los enfrentamientos, pasando por treguas, totales o parciales, las que, en la práctica, no han logrado el objetivo de llevar paz a los pueblos que sufren el embate de estos conflictos.


En el caso de Rusia y Ucrania, con la irrupción en la escena del presidente norteamericano Donald Trump con su propuesta de negociación directa con Rusia para lograr un acuerdo de paz, dejando a un lado a actores como la misma Ucrania y la Unión Europea, en la práctica, sólo se alcanzó un cese al fuego respecto de instalaciones de energía y al tráfico marítimo en el mar Negro. En lo cotidiano, los enfrentamientos continúan con la misma ferocidad y efectos devastadores después de tres años de conflicto, afectando a la población e infraestructura, principalmente de Ucrania, esta última, que llevará décadas en poder recuperar. En definitiva, lo avanzado no solo es frágil, sino que, además, ha generado incertidumbre en alianzas que se creían monolíticamente sólidas como lo era la existente entre la Unión Europea y los Estados Unidos. A lo anterior se suma un manto de incertidumbre en otras áreas del globo que también gozaban de lo que pensaban sería un apoyo incondicional, como lo podría ser el respaldo a Taiwan ante la intención de anexión por parte de China. Es decir, lo que está ocurriendo en Ucrania y su entorno, y su potencial desenlace, está siendo seguido atentamente por varios otros actores en el mundo, incluso en nuestro entorno más cercano en el Pacífico.


Respecto del conflicto entre Hamás e Israel, después de más de cuarenta días de tregua, no se logró avanzar a la siguiente fase establecida, reiniciándose las operaciones militares en los territorios de la franja de Gaza, en particular, en la zona sur, donde el ejército israelí descubrió más infraestructura empleada por el grupo islámico para realizar ataques sobre suelo israelí además de continuar la búsqueda de los rehenes o de sus restos como se estableció dentro de los objetivos iniciales del conflicto. Sin embargo, los verdaderos topes están, por una parte, en la negativa de Hamás de entregar la totalidad de rehenes, como lo pide Israel, condicionando esto al retiro absoluto de las fuerzas militares israelíes desde Gaza y por otro lado, el establecimiento, por parte de Israel, de corredores de seguridad, en el centro y en el sur del territorio de la franja, conocidos como los corredores Netzarim y Filadelfia respectivamente, con el propósito de tener un mayor control de los movimientos de los milicianos de Hamás además de evitar la construcción de nuevos túneles con diferente propósitos.


Sin embargo, el mundo no sólo esta tensionado por estos dos conflictos. Europa, que está presionada política y militarmente por las acciones rusas en Ucrania y sus potenciales efectos no debe perder de vista lo que está ocurriendo en el Sahel africano (áfrica subsaharina), donde países como Mali, Burkina Faso, Niger y Sudán viven sangrientos conflictos producto de la irrupción de la yihad islámica a través de grupos que han logrado desestabilizar frágiles democracias en busca de recursos minerales como oro y diamantes, los que se transan en mercados informales financiando, de esta forma, nuevo equipamiento y sus operaciones. Efecto de lo anterior es la migración masiva de poblaciones hacia el norte del continente, presionando económica y políticamente a países como España e Italia.


Nuestra región y el país no están ajenos a estos fenómenos. Por diferentes razones, el flujo de migrantes venezolanos continúa dándose hacia diferentes países en Latinoamérica y, por otro lado, los efectos de los conflictos mayores están afectando conceptos que eran asumidos como certezas, dado que, por décadas, la construcción de alianzas era un seguro para establecer las condiciones de paz duradera; sin embargo, los eventos recientes han demostrado lo contrario, reestableciendo conceptos como el necesario equilibrio entre los diferentes instrumentos del Poder Nacional, particularmente, el económico y el militar, dado que, si no se logra, los fundamentos para alcanzar para su establecimiento y consolidación se tornan cada vez más difusos.


Leonardo Quijarro S.

Profesor Residente Academia de Guerra Naval

Docente Investigador del Centro de Estudios Navales y Marítimos (CENAM)

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