Hace algunos meses, Municipios y la Cámara Chilena de la Construcción hicieron llegar al ejecutivo algunas propuestas orientadas a mejorar la prevención situacional y comunitaria, j junto con ello disminuir el sentimiento de pérdida de pertenencia barrial. Las proposiciones sugerían mejoras a la infraestructura pública en barrios (educación, transporte y salud), embellecer y recuperar los espacios públicos para la comunidad como estrategia de mayor control social.
En esa línea de ideas, todo indicaría que la arquitectura urbana, percibida como la disposición estética y funcional de edificios y espacios, se configuraría en un factor determinante y contributivo a un mejor estándar de seguridad y bienestar de una comunidad. La planificación urbana y el diseño arquitectónico actuarían como estructuras conceptuales basales que favorecían a la cohesión social y a la prevención bajo la premisa de que el diseño y ocupación de los espacios públicos podría disuadir actos de violencia y la delincuencia, junto con fomentar un mayor sentido de pertenencia. Calles transitadas e iluminadas, fachadas activas y mejor uso de los entornos urbanos otorgarían mayor seguridad a las personas, reducirían su percepción de vulnerabilidad y eliminarían los rincones oscuros que pudiesen servir de refugio para actividades ilícitas. Del mismo modo, el diseño de espacios públicos que priorice la visibilidad y la accesibilidad, que cuente con áreas abiertas, con líneas de visión claras y senderos bien definidos, facilitarían la vigilancia natural y permitirían que los residentes se sientan más seguros al transitar por su entorno.
Más allá de la mera disuasión del delito, la arquitectura urbana puede colaborar a la cohesión social promoviendo la interacción y el sentido de comunidad. La inversión en el mantenimiento, remodelación o construcción de espacios públicos como plazas con asientos, parques infantiles y centros comunitarios, ofrece la oportunidad para que los residentes se conozcan, interactúen y desarrollen lazos sociales fuertes y permanentes.
La planificación urbana también juega un papel crucial en la prevención comunal al abordar las causas subyacentes de la delincuencia. La segregación socioespacial, la falta de acceso a servicios básicos y la marginalización económica son factores que contribuyen al aumento de la delincuencia en determinadas áreas. Una planificación urbana equitativa y sostenible debe priorizar la integración social, el acceso equitativo a recursos y oportunidades, y la creación de entornos urbanos mixtos y diversos que fomenten la inclusión y la cohesión social.
Luego, desde la política pública de la seguridad pública y la prevención del delito, la arquitectura urbana es una herramienta poderosa para la prevención comunal que, cuando se utiliza de manera estratégica y consciente, puede contribuir a la creación de entornos urbanos más seguros, cohesivos e inclusivos. Al priorizar la vigilancia natural, el fomento de la cohesión social y la planificación urbana equitativa, podemos transformar nuestras ciudades en lugares donde la seguridad y el bienestar sean una realidad para todos los ciudadanos. La arquitectura, en su esencia, no es solo construir edificios, sino construir comunidades.
Américo Ibarra Lara
Director Observatorio en Política Pública del Territorio
Facultad de Arquitectura y Ambiente Construido
Universidad de Santiago de Chile