Al finalizar el 2024, América Latina y el Caribe se enfrentan a un desafío económico, marcado por un proceso lento de recuperación económica y por una creciente crisis económica global que ha golpeada la región. En este camino se evidencia que la política económica sigue siendo central en la gestión de estos desafíos, al mismo tiempo, las tensiones políticas, los cambios en la base productiva y las políticas sociales también jugarán un papel fundamental en el curso del 2025.
Evidentemente, no se puede desconocer que algunos países de la región experimentaron una leve mejoría en términos de crecimiento económico, mostraron alguna señal de recuperación tras la recesión profunda de años anteriores, caso COVID 2019. Sin embargo, esta recuperación ha sido desigual en términos de deuda social. Este leve crecimiento se evidenció fundamentalmente en las economías dependientes de las exportaciones de materias primas ya que han alcanzado un respiro gracias al repunte de los precios de los metales preciosos y del petróleo.
El Producto Interno Bruto (PIB) de América Latina y el Caribe, en términos generales habría crecido alrededor del 2.5%, en 2024, lo cual es una cifra un tanto modesta y que refleja el estancamiento económico en algunos sectores de la economía de los diferentes países de la región. Pero a pesar de la relativa estabilidad macroeconómica, la inflación continúa siendo un problema relevante, en economías como la de Argentina y Venezuela, donde la hiperinflación afecta gravemente el poder adquisitivo del conjunto de la población.
Los países ricos en materias primas y que además han implementado reformas estructurales, como Brasil, México, Chile, entre otros, han logrado crecimiento económico considerables y con ello han logrado avances en la atracción de inversiones extranjeras directa e indirecta, pero al mismo tiempo las reformas no han sido suficiente, ya que persisten las desigualdades sociales, por lo que el desafío que enfrentan estas naciones para 2025 es de mantener un crecimiento inclusivo y sobre todo que beneficie a la población más vulnerable.
Los gobiernos latinoamericanos y caribeños enfrentarán grandes desafíos fundamentalmente en el manejo fiscal. En este camino en el 2025 enfrentarán potentes esfuerzos por reducir el déficit fiscal y la deuda externa, que son los peores males que experimentan las naciones y provocan una gigantesca presión sobre las finanzas públicas, más aún, debido al gasto social que ha provocado tensiones sobre la sostenibilidad social, debido a la creciente pobreza y pobreza extrema y la ausencia de plazas de empleo formal. Esto factores, sin duda, han sido decisivos para que se haya incrementado el gasto público y ponga en serios aprietos a la sostenibilidad fiscal de la región.
En este contexto, es importante destacar que en los países de América Latina y el Caribe las políticas económicas estarán estrechamente ligadas a las decisiones políticas internas de cada uno de sus gobiernos. Es de conocimiento general que en varias naciones del continente los gobiernos se ubican ideológicamente en el ala “izquierda” de la política y con el afán de aliviar la pobreza seguirán impulsado una expansión del gasto público, lo que conducirá a tensiones con organismos crediticios internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y con la clase dominante de sus países.
Así mismo, los gobiernos de corte conservador o del ala “derecha” de la política, seguirán promoviendo ajustes fiscales, lo que se traducirá en recortes económicos en sectores como educación, salud y obra pública y entrarán en conflicto con los grupos sociales y laborales. En los dos casos, el 2025 generará descontento social.
El 2025, bajo el contexto internacional liderado por los EE-UU, será también un desafío para los países de la región, en su afán de crecimiento económico, una vez que se intensificarán las diferencias entre el Gobierno norteamericano y su política proteccionista y el gobierno chino, en su carrera por ganar cada vez más influencia en los mercados de la región a través de acuerdos comerciales y diplomáticos, esto a su vez, añade una capa extra de complejidad al escenario político y económico de América Latina y el Caribe.
Los desafíos para 2025 se perfilan complejos, tanto en lo económico y lo social, la región debe enfrentar el desafío de diversificar sus economías y reducir su dependencia de las materias primas y del petróleo y avanzar en un proceso de industrialización del campo para transformar las materias primas en productos terminados e industrializados, tanto para el consumo local como para la exportación, lo que garantizaría un crecimiento económico sostenido.
En lo político, los gobiernos tanto de derecha como de izquierda deberán equilibrar las reformas económicas con las demandas sociales. La creciente polarización política, la erosión de la confianza en las instituciones democráticas, en la propia democracia y la creciente protesta social son síntomas de una región que busca mayores respuestas efectivas de sus líderes.
América Latina y el Caribe están en una encrucijada, los desafíos son enormes. La política fiscal y el entorno geopolítico global serán determinantes, ya que continuarán siendo factores decisivos para el desarrollo de la región en 2025. El reto que tienen los gobernantes está en buscar y encontrar un equilibrio entre crecimiento económico, sostenibilidad social y estabilidad política. Al mismo tiempo, es imperativo que gobiernen no solo para la clase social dominante sino también para el conjunto de la población, con lo cual, se podrá asegurar el progreso de las naciones latinoamericanas y caribeñas.
Félix S. Pilay Toala
Profesor Universitario
Analista económico y político
Doctor, Economista, Magister en Administración Pública.
Presidente, RED ICALC, (Red de Investigadores Científicos de América Latina y el Caribe)
Pilayfelix071@gmail.com