El desarrollo económico regional como acto de justicia

|

AMERICO IBARRA (1)

En el contexto de la globalización y la creciente interconexión económica, la economía del territorio y su impacto en las disparidades regionales se ha convertido en un tema de creciente relevancia. La distribución desigual de los recursos, las oportunidades y el desarrollo económico a nivel regional plantea desafíos significativos para lograr un crecimiento equilibrado y una mejora en la calidad de vida de todos los ciudadanos.


Uno de los principales factores que influyen en las disparidades regionales es la concentración geográfica de la actividad económica. Históricamente, las regiones con mayores ventajas comparativas, ya sea por su ubicación, infraestructura, acceso a recursos naturales o mano de obra calificada, han atraído una mayor inversión y han experimentado un desarrollo más acelerado. Esto ha generado la formación de polos de crecimiento, con ciudades y zonas metropolitanas que concentran la mayor parte de la actividad económica, mientras que otras regiones quedan relegadas a un segundo plano.


Otro elemento clave es la desigualdad en la dotación de recursos públicos y en la calidad de los servicios e infraestructura. Las regiones más desarrolladas suelen recibir una mayor asignación de recursos y una mejor provisión de servicios públicos, como educación, salud y transporte. Esto acentúa las diferencias y dificulta la convergencia entre regiones, limitando las oportunidades de desarrollo en aquellas zonas menos favorecidas.


Los factores geográficos, climáticos y demográficos también desempeñan un papel importante en la conformación de las disparidades regionales. Las regiones con características naturales más hostiles, como zonas montañosas, áridas o remotas, enfrentan mayores desafíos para el desarrollo de actividades económicas y la provisión de servicios básicos. Asimismo, la dinámica demográfica, con flujos migratorios y concentración de la población en determinadas áreas, influye en la distribución territorial de la actividad económica.


Para abordar estas disparidades regionales desde la política pública se requiere de un enfoque multidimensional que integre políticas de desarrollo territorial, inversión en infraestructura y servicios públicos, incentivos a la descentralización y el fortalecimiento de las capacidades locales. Para enfrentar estas disparidades deberían incluirse estrategias que fomenten por ejemplo; 1) la diversificación económica y la desconcentración de la actividad productiva, a través de incentivos a la localización de empresas y la generación de encadenamientos productivos en regiones rezagadas; 2) Inversión en infraestructura y servicios públicos de calidad, que mejoren la conectividad, faciliten el acceso a oportunidades y reduzcan los costos de transacción en las regiones menos desarrolladas; 3) Descentralización y fortalecimiento de las capacidades institucionales y de gestión a nivel local, para que las autoridades regionales y municipales puedan diseñar e implementar políticas adaptadas a sus realidades y necesidades; 4) Promoción de la innovación y el desarrollo tecnológico en las regiones, de manera que se generen nuevas oportunidades de empleo y se mejore la competitividad de las actividades económicas locales y 5) Políticas de cohesión social y territorial que promuevan la equidad en el acceso a servicios básicos, oportunidades de desarrollo y la reducción de la pobreza y la desigualdad entre regiones.


La economía del territorio y la búsqueda de una mayor equidad regional requieren de un esfuerzo coordinado y sostenido entre los diferentes niveles de gobierno, el sector privado y la sociedad civil. Solo a través de la implementación de estrategias integrales, será posible avanzar hacia un desarrollo territorial más equilibrado y sostenible, que beneficie a todas las regiones y comunidades. 


Américo Ibarra Lara

Director Observatorio en Política Pública del Territorio

Facultad de Arquitectura y Ambiente Construido

Universidad de Santiago de Chile

europapress