Sr. Director,
Chile es el principal productor de cobre a nivel mundial. Se proyecta que la producción nacional tendrá un alza de casi 21% hacia 2030, cifra que también incrementará la generación de desechos mineros.
En el escenario de transición energética y aumento de la demanda internacional de cobre, es clave atender un problema fundamental vinculado a la producción minera que son sus pasivos ambientales (PAM): instalaciones, efluentes, emisiones, restos o depósitos de residuos que se generaron por el cierre inadecuado o el abandono de faenas. En Chile hay 5.422 faenas mineras abandonadas o inactivas.
Estos pasivos -que además incluye a los relaves- pueden impactar negativamente sobre el suelo, el agua, la calidad del aire y, en consecuencia, constituyen un riesgo potencial para la salud de las poblaciones y los ecosistemas.
Un estudio realizado por las universidades Autónoma de Chile y de Buenos Aires y la Fundación Ecosur, reveló una percepción social negativa respecto de cómo ha manejado la institucionalidad pública la cuestión de los PAM.
La existencia de pasivos ambientales mineros también repercute negativamente sobre la imagen del sector y puede, por lo tanto, condicionar el futuro de la actividad. De allí que es urgente avanzar hacia una política integral de gestión de PAM en la cual se incluya la dimensión social y se incorpore la participación de la ciudadanía.
Dra. Julieta Godfrid,
Investigadora de la Universidad Autónoma de Chile