Un nuevo BRICS modificando los términos del intercambio

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Miguel brunaud

Con motivo del anuncio de Johannesburgo en la XV Cumbre del BRICS, de invitar a seis nuevos Estados a formar parte, interesa saber qué pasará con el bloque, desde si mantendrá su actual acrónimo, hasta ver qué efectos generará en el panorama geopolítico mundial.


Desde su creación, hasta su última ampliación el 2011 incorporando a Sudáfrica, la importancia de este bloque va más allá de lo comercial, ya que actualmente concentra el 40% de la población mundial, un cuarto del PIB y controla el 20% del comercio, conformando un grupo heterogéneo, con economías dispares y alejadas, que dan fuerza a la visión de economías emergentes, buscando ser un contrapeso a otros bloques como el G-7 o incluso a USA.


La presión del Nuevo Banco del Desarrollo del BRICS, a través de la creación de una moneda común que desplace al dólar, busca hacer contrapeso al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional. Todo esto ha generado molestia en Estados Unidos que buscará ampliar sus alianzas actuales y tratará de evitar nuevos ingresos al BRICS.


Sabido es que más de 40 Estados solicitaron la adhesión al grupo, pero solo se invitó a seis, que corresponden a Argentina, Arabia Saudita, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos e Irán, lo que se concretaría a contar del 01 de enero de 2024.


Fundamental resulta analizar qué motivó a los actuales miembros a ampliar el grupo. La respuesta es fácil. El bloque ya no solo busca superar la pobreza y erradicar el hambre, sino que tiene intereses superiores, en especial China, que ha desarrollado una política agresiva de inversiones en infraestructura en los países emergentes, buscando generar el control físico de las materias primas, asegurando de esta forma la cadena de suministro.


Lo anterior, atendido que la escasez relativa que padece China de productos primarios, la obliga a intervenir en países productores de éstos, a través de Inversión Extranjera Directa, logística e infraestructura.


De la canasta de materias primas que se asegura el nuevo bloque, pensemos que solo China recibe más de un 70% de las exportaciones de petróleo, soja, cobre y hierro, desde América Latina, especialmente, de dos miembros como son Brasil y Argentina.


Destacan las políticas de inyección de capital agroindustrial en Brasil y Argentina, ya que, si bien China es autosuficiente en la producción de carne, requiere de toneladas de soja para alimentar su ganado y de allí, que sus nuevos socios sean claves en su escenario actual, si consideramos la disminución de la tierra arable disponible con motivo del aumento demográfico y la industrialización.


Aún más potenciado quedará el nuevo bloque en materia energética, si tomamos en cuenta que se incorpora Argelia a través de su producción de gas, Irán y Arabia Saudita con el petróleo y el litio con Argentina. La misma situación la encontramos con el petróleo de América Latina, ya que China recibe grandes partidas de Venezuela, Brasil, Argentina y Ecuador.


Por lo expuesto, estimamos que la creación de una moneda única pasa a un segundo plano, lo que se busca por este nuevo bloque es mantener el control del suministro de materias primas y energía; modificando de esta forma los términos del intercambio mundial.


Miguel Brunaud Ramos

Profesor de Derecho Económico

Facultad de Derecho de la Universidad de Chile 



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