Correspondiente a la sesión de política monetaria N° 297, celebrada el 11 y 12 de mayo de 2023.

Acta Reunión de Política Monetaria

|

Banco Central


Asisten la Presidenta doña Rosanna Costa Costa, el Vicepresidente don Pablo García Silva y los Consejeros don Alberto Naudon Dell’Oro, don Luis Felipe Céspedes Cifuentes y doña Stepanka Novy Kafka.


Asiste el Ministro de Hacienda, don Mario Marcel Cullell.


Asisten también el Gerente General, don Beltrán de Ramón Acevedo; el Fiscal y Ministro de Fe, don Juan Pablo Araya Marco; el Gerente de División Política Monetaria, don Elías Albagli Iruretagoyena; el Gerente de División Mercados Financieros Interino, don Juan Carlos Piantini Cardoso; la Gerente de División Política Financiera, doña Rosario Celedón Förster; la Gerente de División Estadísticas, doña Gloria Peña Tapia; el Gerente de División Asuntos Institucionales, don Michel Moure Casabianca; el Gerente de División Riesgo Corporativo, don Diego Ballivián Wiechmann; el Gerente de Análisis Macroeconómico, don Markus Kirchner; el Gerente de Estrategia y Comunicación de Política Monetaria, don Enrique Orellana Cifuentes; el Gerente de Análisis Internacional, don Miguel Fuentes Díaz; la Gerente de Estudios Económicos, doña Sofía Bauducco; el Gerente de Operaciones de Mercado, don Felipe Musa Silva; el Gerente de Estabilidad Financiera Interino, don Felipe Córdova Fernández; el Gerente de Estadísticas Macroeconómicas, don Francisco Ruiz Aburto; el Gerente de Comunicaciones Interino, don Juan Pablo Rioseco Quilodrán; el Asesor del Ministro de Hacienda, don Andrés Sansone Alvo; la Economista Senior, doña Erika Arraño González; y la Secretario General, doña Marlys Pabst Cortés.


1. Antecedentes


Escenario nacional


La inflación total y subyacente habían evolucionado según lo previsto en el Informe de Política Monetaria (IPoM) de marzo. En abril, la variación anual del IPC había alcanzado a 9,9%. Su descenso era coherente con el ajuste paulatino de la demanda interna, la normalización de las significativas alzas de costos de trimestres anteriores y el traspaso gradual de un tipo de cambio más apreciado. En la inflación subyacente, la caída había sido algo más acotada (hasta 10,3% anual en abril), lo que coincidía con presiones todavía elevadas por el lado de los servicios. La mayoría de las medidas de expectativas de inflación a dos años plazo continuaban por sobre 3%.


Los datos preliminares del primer trimestre —basados en los Imacec— daban cuenta de que el desempeño de la actividad, más allá del mal resultado de la minería, había estado acorde con lo anticipado en el IPoM de marzo. Por el lado de la demanda, los indicadores vinculados al consumo habían continuado ajustándose a la baja, con un desempeño débil de las importaciones de este tipo de bienes y de las ventas minoristas, según los datos del Imacec y la boleta electrónica, entre otros. En la inversión, las importaciones de bienes de capital, los indicadores de la construcción y las respuestas de los entrevistados del Informe de Percepciones de Negocios (IPN) de mayo ratificaban su debilidad.


En el mercado laboral, se observaba un incremento de la tasa de desempleo hasta 8,8% en el trimestre móvil finalizado en marzo (8,4% a febrero), explicado, entre otros factores, por la reducción de la ocupación y el aumento de la fuerza de trabajo. Los salarios reales seguían recuperándose. Esto se daba en un contexto en que la demanda de trabajo continuaba avizorándose más débil en lo venidero, como sugería la evolución del Índice de Avisos Laborales de Internet, el deterioro que arrastraban las perspectivas de empleo de las empresas (IMCE) y las mayores holguras del mercado laboral que sugerían las opiniones recabadas en el IPN de mayo. En este escenario, la percepción de la economía por parte de empresarios (IMCE) y consumidores (IPEC) se mantenía en terreno pesimista.


El crédito bancario seguía registrando un bajo dinamismo. Las colocaciones reales de consumo y comerciales exhibían nuevamente tasas de contracción anual, que en abril llegaban a -2,1 y -5,3%, respectivamente. En las primeras, volvía a destacar la persistente contracción de los préstamos en cuotas. Los créditos hipotecarios conservaban un crecimiento acotado (2,8% real anual en abril). La Encuesta de Crédito Bancario (ECB) del primer trimestre daba cuenta de una oferta y demanda crediticia que, en general, había continuado debilitándose en las diferentes carteras.


Tanto las encuestas a expertos —Encuesta de Expectativas Económicas (EEE) y Encuesta de Operadores Financieros (EOF)— como las tasas de interés forward reflejaban expectativas de que la Tasa de Política Monetaria (TPM) se mantendría en esta Reunión. Todas las mediciones concordaban en que el primer recorte se realizaría entre las Reuniones de julio y septiembre, aunque discrepaban respecto de su magnitud. Así, para septiembre, la EEE ubicaba la TPM en 9,75%, la EOF en 10,25% y la curva forward implícita en las tasas swap en 10,5%.


Escenario internacional


La inflación total había disminuido en varias economías, aunque los indicadores subyacentes permanecían en niveles elevados, reflejo de que el proceso de convergencia inflacionaria aún no estaba consolidado. En el mundo desarrollado, diferentes señales apuntaban a que esto ocurriría a una velocidad lenta —como la estrechez del mercado laboral en algunos países—, más allá de que las expectativas de mediano plazo de diversos agentes se encontraban cerca de las respectivas metas. Los principales bancos centrales habían seguido aumentando sus tasas de referencia, aunque las perspectivas para la política monetaria eran dispares. Así, mientras en EE.UU. la Reserva Federal (Fed) había dado indicios de una eventual pausa, el Banco Central Europeo había señalado que se debían efectuar nuevas alzas.


Las perspectivas de crecimiento mundial para este año continuaban débiles. En las principales economías se preveía que el estrechamiento de las condiciones crediticias, en conjunto con el ajuste monetario, afectarían negativamente la actividad en lo venidero. En EE.UU., los datos disponibles abrían la duda sobre un menor dinamismo del consumo en adelante, que se sumaba a la desaceleración que ya mostraba la inversión. En la Eurozona, el consumo también se anticipaba más débil, lo que consideraba el deterioro de los salarios reales. En China, aunque las cifras efectivas habían resultado por sobre lo previsto, se estimaba que el impulso asociado a la reapertura de la economía sería transitorio.


Las condiciones financieras globales no exhibían grandes cambios en el último mes; no obstante, la incertidumbre sobre su evolución futura era significativa. Destacaban los temores sobre el desempeño de la economía mundial, las potenciales vulnerabilidades de algunos bancos y la evolución del crédito en las economías desarrolladas. En estas últimas, ya eran visibles algunos impactos sobre el crédito bancario a empresas. Las discrepancias entre la Fed y las proyecciones del mercado para la política monetaria en EE.UU. seguían dejando espacio para posibles turbulencias financieras, lo mismo que la discusión sobre el límite de la deuda del gobierno estadounidense. En este contexto, las monedas se habían apreciado frente al dólar y las bolsas habían anotado incrementos leves, en tanto las tasas de interés de largo plazo habían tenido alzas acotadas en las economías desarrolladas y descensos en las emergentes.


Los precios de las materias primas habían retrocedido, en línea con la debilidad de las perspectivas económicas globales. Comparado con la última Reunión, el precio del petróleo había caído algo más de 8%, aunque con una elevada volatilidad durante el último mes, lo que incluía el impacto del inesperado anuncio de recortes en la producción por parte de la OPEP. La baja del precio del cobre había sido del orden de 5,5%. En el día de la Reunión, el metal se transaba en cerca de US$3,7 la libra. En dicho retroceso predominaba el efecto de la desaceleración de la demanda, que superaba el impacto de la estrechez que se mantenía en ese mercado.


2. Análisis y discusión de los antecedentes


En el plano externo, se destacó que las condiciones financieras internacionales habían tendido a estabilizarse con relación a la última Reunión. Sin embargo, se mantenían muy sensibles a nueva información, en un contexto de mayor incertidumbre respecto de las condiciones financieras futuras. Los riesgos externos continuaban siendo elevados, tanto por la probabilidad de disrupciones mayores en el sistema bancario como por una optimista mirada de los mercados respecto del costo que tendría resolver el proceso inflacionario en los países desarrollados.


En el plano interno, se mencionó que el desarrollo del escenario macroeconómico iba en línea con lo previsto en el escenario central del IPoM de marzo. El producto se iba ajustando lentamente hacia su nivel potencial, al igual que el consumo. Este último perdía dinamismo, según la información más reciente, aunque seguía por sobre los niveles tradicionalmente coherentes con el producto o el ingreso de los hogares. Por su lado, la inflación total había vuelto a descender, empujada por los componentes más volátiles. Aunque había bajado de dos dígitos tras varios trimestres, permanecía en niveles altos. La evolución de la inflación subyacente seguía siendo un tema de preocupación. Su variación anual se mantenía en niveles de entre 10 y 11%, valores de los que no había bajado en varios meses. En adelante no debería sorprender que la reducción de la inflación subyacente fuera bastante más lenta que la de inflación total.




Se comentó que la evolución del mercado laboral reforzaba las señales de un ajuste coherente con lo que ocurría en la economía y los habituales rezagos entre ambos. Por un lado, se apreciaba un aumento del desempleo. Si bien esto respondía a una mayor oferta de trabajo, también daba cuenta de un empleo menos dinámico. En este último, resaltaba el predominio del empleo por cuenta propia. Por otro lado, el índice de avisos laborales seguía disminuyendo, lo que indicaba que el proceso de ajuste del mercado laboral continuaría.


3. Análisis de las opciones de política monetaria


El Consejo recordó que durante las últimas Reuniones se había entregado un claro mensaje respecto de la evolución futura de la TPM. Esto era que la tasa se mantendría en 11,25% hasta que el estado de la macroeconomía indicara que la convergencia de la inflación a 3% se había consolidado.


Todos los Consejeros concordaron en que, del análisis de los antecedentes, se concluía que todavía no había evidencia que permitiera afirmar que la convergencia inflacionaria se había consolidado. Por esta razón, la única opción plausible para esta Reunión era mantener la TPM en 11,25%.


Hubo acuerdo en el Consejo en que la marcha de la economía se ajustaba a lo previsto en el IPoM de marzo. Se destacó que esta era una buena noticia, especialmente tras varios trimestres donde esa no había sido la tónica. De hecho, lo habitual era observar una sucesión de shocks que iba modificando constantemente el panorama macroeconómico y afectaba las decisiones de política monetaria.


El Consejo coincidió en que el hecho que la inflación total bajara y la actividad y el consumo siguieran ajustándose no eran indicativos de que el problema inflacionario se había resuelto. De hecho, solo daban cuenta de que se iba por el camino correcto y que aún debía acumularse información para evaluar si la convergencia de la inflación a la meta de 3% se había consolidado.


Todos los Consejeros reiteraron la relevancia de los riesgos presentes, que podían llevar tanto a escenarios de mayores como de menores presiones inflacionarias. De cualquier forma, hubo acuerdo en que, en el contexto actual, los riesgos asociados a escenarios de mayores presiones inflacionarias eran particularmente complejos y costosos.


4. Decisión de política monetaria



La Presidenta señora Costa, el Vicepresidente señor García y los Consejeros señor Naudon, señor Céspedes y señora Novy votaron por mantener la TPM en 11,25%.


europapress