La Federación de Estudiantes de Chile (FECH) nació a comienzos del siglo XX como reflejo de las varias inquietudes sociales de la época que impactaron en el estudiantado. Hechos inéditos, manifestaciones populares de descontento, ponían en evidencia lo que varios autores han reseñado como una crisis social. El más destacado de esos analistas fue don Enrique Mc Iver quien, en una presentación ante el Ateneo de Santiago manifestaba que los chilenos no eran felices, y culpaba a la ausente respuesta del Estado frente a los requerimientos ciudadanos. El movimiento estudiantil fue parte de la natural reacción frente a problemas que se manifestaban en el campo del transporte y del abastecimiento de algunos bienes esenciales. La fundación de la FECH, proyecto respaldado por el rector Valentín Letelier, era un intento por canalizar las inquietudes y trasformar al estudiantado en un actor responsable en los debates y búsqueda de soluciones.
Un siglo más tarde, la FECH fue perdiendo ese sentido de entidad estudiantil preocupada del devenir de los problemas sociales, económicos y políticos que nunca ha dejado de vivenciar la nación chilena. Los inicios del siglo XXI permitieron a Chile contar con una significativa expansión económica, con baja inflación y un escenario de manifiesta disminución de la pobreza. También se estrechaban las diferencias, con un lento pero seguro paso hacia una mejor distribución del ingreso. Estaban, sin embargo, presente las demandas estudiantiles, que poco a poco se sostendrían en medio de una gran expansión del sistema de educación superior y de medidas para disminuir los sesgos elitistas del sistema, mejorando su cobertura y el necesario apoyo estatal. Desde luego, problemas subsistían, pero se trataba de una economía, en aquellos años, que podía hacer frente a las necesidades crecientes de un sistema en expansión.
En este escenario la FECH no manejó una agenda convincente en materia de inquietudes y reivindicaciones estudiantiles. Por el contrario, se llevaban a cabo una serie de manifestaciones, incluidas las “tomas” de la Casa Central universitaria, que no rendían fruto alguno hacia el estudiantado de la Universidad, cuyas aspiraciones no se veían reflejadas en directivas que se elegían con cada vez menor representatividad. Las batallas más emblemáticas, como aquellas ligadas al financiamiento estudiantil, se confundían, además, con plataformas de índole más política que hacían perder trascendencia en su intento de representar a todo el estudiantado de la Universidad de Chile. La “toma” de la emblemática Escuela de Derecho, en protesta contra un Decano a quien se le acusaba de plagio de una tesis de grado, fue un hito importante en la pérdida de norte del movimiento estudiantil. Había ya de hecho empezado a depender de agendas locales y de protestas con poco fondo en materia relativas al espíritu fundacional de la FECH.
La FECH perdió relevancia entre el estudiantado. Ya en 2018 no pudo reelegir la directiva puesto que no se reunía el quorum mínimo de participación estudiantil para tal efecto. Una etapa triste para una entidad con más de un siglo de vida, pero que sucumbió debido a su irrelevancia entre quienes se suponía representaba: el estudiantado de la Universidad de Chile. Un episodio que, transcurrido varios años, no ha podido enmendarse. Ello no refleja una eventual irrelevancia de la organización misma, sino más bien la incapacidad para reflejar en actos trascendentes la recuperación del espíritu fundacional de la FECH. El último presidente de la FECH, mandatado para reorganizarla y llevar a cabo un evento refundacional, no cumplió el cometido, y la entidad no ha existido para propósitos prácticos durante todo el último quinquenio.
Hoy se llama a un proceso de refundación. Es bueno y necesario que ello ocurra, pero no como un manojo de postulados y reivindicaciones alejadas del espíritu y necesidades de los estudiantes, sino como una agenda que corresponde a una entidad nacional, de trascendencia pública, que puede ser un actor importante en los días de incertidumbre que vivimos. Ojala se cuente pronto con una FECH capaz de encauzar el sentimiento estudiantil generoso en pro de Chile y las necesidades de su pueblo. La FECH debe asumir, además, el rol de interlocutor necesario para la autoridad universitaria en el espíritu de seguir construyendo comunidad.
Prof. Luis A. Riveros
Universidad Central