No se trata de tecnología, se trata de personas

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Cuando se habla de inteligencia artificial, la mayoría imagina algoritmos complejos, automatización o grandes avances tecnológicos. Pero la verdad es que, detrás de cada implementación exitosa, hay algo mucho más profundo que el software o la data: hay personas.


He tenido la oportunidad de participar en distintos proyectos de inteligencia artificial dentro de la industria minera, donde la innovación tecnológica busca optimizar procesos y hacer más eficiente la operación. Sin embargo, con el tiempo he aprendido que el éxito de cualquier implementación no depende solo del sistema que se instala, sino de cómo las personas lo reciben, lo adoptan y lo integran en su trabajo diario.


Implementar una solución tecnológica no es sólo “instalar un sistema”, es acompañar a una organización completa en un proceso de cambio. Y eso requiere tiempo, empatía y mucha escucha, porque cada empresa tiene su propia cultura, sus formas de trabajar, sus miedos y también sus fortalezas.


Cuando una compañía decide dar un paso hacia la innovación, es común que aparezcan resistencias. Hay colaboradores que sienten que la tecnología “les viene a quitar algo”, otros que desconfían del cambio o, simplemente, se sienten abrumados frente a lo nuevo. Y es completamente humano. Por eso, antes de pensar en códigos o pantallas, lo primero es pensar en las personas.


La gestión del cambio no puede ser una tarea secundaria; es la base de todo. Implica comprender dónde están los dolores reales, conversar con quienes van a usar las herramientas, mostrarles cómo esa solución puede facilitarles la vida y no complicársela. Porque si las personas no se sienten parte del proceso, si sienten que se les impone un sistema que no entienden o no valoran, la mejor tecnología del mundo no va a funcionar.


Cada implementación tecnológica es, en el fondo, una intervención cultural. Y los cambios culturales no ocurren de un día para otro. Necesitan acompañamiento, confianza y constancia. Cuando se hace bien, cuando se logra integrar la innovación a la identidad de la empresa, los resultados son notables, ya que la productividad mejora, los equipos se sienten más seguros y comprometidos, y la inversión tecnológica realmente se convierte en valor.


Por eso, más que hablar de inteligencia artificial, prefiero hablar de inteligencia humana aplicada a la transformación digital. De entender que la clave no está en la herramienta, sino en cómo logramos que las personas la hagan suya.



Por Lino Tejeda, Director de Sourcing




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