​Mujeres y desigualdad en las consecuencias del cambio climático

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Daniel Vercelli

A propósito de la conmemoración del pasado 8 de marzo y el Mes de la Mujer, en esta columna me gustaría abordar un aspecto del que no se habla mucho, pero que tiene enormes efectos en la vida diaria.


Las mujeres enfrentan actualmente varios desafíos en materia legislativa, laboral, de seguridad y un gran etcétera. En varios de ellos se ha venido avanzando en los últimos años, no al ritmo que quisiéramos, pero con un panorama positivo. En cambio, hay otras situaciones que hacen prever una evolución negativa y una de ellas es el cambio climático.


De acuerdo a un reporte de ONU Mujeres, la crisis climática no es imparcial en cuanto al género, y son las mujeres y niñas quienes sufren sus peores efectos, porque agravan la desigualdad de género existente y plantean amenazas únicas a sus medios de vida, salud y seguridad. En muchas regiones, las mujeres cargan con una responsabilidad desproporcionada cuando se trata de garantizar alimentos, agua y/o combustible. La agricultura, por ejemplo, es la fuente de ingresos más importante para países en desarrollo y durante épocas de sequía o inundaciones, son ellas quienes trabajan más arduamente para obtener ingresos para sus familias.


Veámoslo así: La ONU calcula que 4.000 millones de personas (la mitad de la población mundial), va a sufrir algún tipo de consecuencia en su calidad de vida. En todo el mundo, las mujeres dependen más de los recursos naturales, pero son quienes tienen menos acceso a ellos. Muchas tendrán que emigrar, otras se verán empobrecidas o verán afectada su salud, especialmente en regiones que aún se encuentran en etapa de desarrollo. Incluso son más vulnerables a la violencia, ya que en situaciones de desastres naturales, pueden tener menor acceso a recursos de protección y ayuda.


Entonces, si queremos preocuparnos de que las mujeres sigan avanzando en igualdad de oportunidades, también tenemos que añadir el factor medioambiental a la balanza, e implementar medidas que impidan que las diferencias aumenten de manera desproporcionada a causa de la crisis climática.


La única manera de hacerlo es atacar el problema de raíz, con cambios efectivos que ayuden a descarbonizar la economía y reducir el calentamiento global. Pero también tenemos que trabajar en otro tipo de habilidades, y pensar en cómo dotar de resiliencia a las poblaciones que se verán más afectadas por la crisis climática, especialmente a las mujeres. Un ejemplo concreto es la obtención de mayor estabilidad y seguridad financiera con enfoque de género, lo que necesita previamente de un acceso igualitario a la educación desde la primera infancia.


Es un hecho que la crisis climática afecta más fuerte a las mujeres por el rol que cumplen en la sociedad, por lo que el enfoque público-privado debe tener en cuenta estas disparidades de género Lo importante es comprender que no se trata sólo de medioambiente, es también un tema social urgente en términos del futuro de mujeres y niñas del que todos debemos hacernos cargo. 


Daniel Vercelli Baladrón, 

Co-fundador y Managing Partner de Manuia, y director de empresas

europapress