​Acuerdo de Escazú: Una oportunidad para el sector privado

|

Daniel Vercelli

Hace algunas semanas el presidente Gabriel Boric suscribió un proyecto de adhesión al Acuerdo de Escazú, el cual fue aprobado por la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados a principios de mayo. Hablamos de un tratado internacional ratificado por 24 países de América Latina y el Caribe que busca garantizar el acceso a los derechos medioambientales y proteger la biodiversidad en tiempos de emergencia. La relevancia de este tratado tiene relación con ser el único de tipo ambiental de la región y además, de ser pionero en beneficio del medioambiente, la equidad de género, los derechos humanos, y la protección de los activistas y personas defensoras de la tierra, el territorio y el medioambiente.

Las empresas privadas también pueden verse beneficiadas con este acuerdo que tiene como eje principal el desarrollo sostenible en la región. Y lo primero que hay que aclarar es que el tratado no pretende frenar proyectos de inversión, sino que fomenta que las comunidades sean escuchadas y puedan participar tempranamente en su delineamiento para que cuando éstos se ejecuten, exista un equilibrio entre el crecimiento económico y el impacto social que generan.

Muchas empresas deberán cambiar su forma de hacer las cosas, pero a la larga, los resultados serán positivos para todos. La ciudadanía tendrá un rol más protagónico en proyectos que atañen a sus territorios, pero al mismo tiempo, si hay más canales de diálogo y negociación coordinados por el Estado y con presencia de personas y empresas, los conflictos ambientales deberían reducirse en el mediano plazo. Este punto es especialmente relevante para entregar soluciones en el contexto de crisis climática, calentamiento y sequía que se vive en todo el mundo, porque las empresas contarán de antemano con la validez social y ambiental necesaria para realizar sus operaciones.

Además, el acuerdo opera como una herramienta legal para promover la estabilidad política, la buena gobernanza y la cooperación regional. Precisamente, contar con un marco institucional claro favorece el crecimiento de las inversiones privadas, porque quienes inviertan en los países firmantes, saben que encontrarán en ellos claridad y coherencia en las leyes, políticas y regulaciones.

Por último, el Acuerdo de Escazú tiene plena concordancia con Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que promueve la ONU, especialmente aquellos relacionados con potenciar ciudades y comunidades sostenibles, producción y consumo responsables, acción por el clima y alianzas para lograr objetivos, entre otros.

Las empresas tienen hoy una nueva oportunidad de comprender que las reglas del juego están cambiando y lo están haciendo no sólo por lo que demanda la ciudadanía, sino también desde el punto de vista de las regulaciones y estándares que se están exigiendo a las compañías.

Es justamente el sector privado el que tiene un rol clave, insustituible y urgente para resolver los desafíos de la sociedad, proteger a los trabajadores y promover iniciativas sostenibles, y el Acuerdo de Escazú abre la puerta para que iniciativas que antes se han realizado de manera aislada o como parte de programas de Responsabilidad Social Empresarial, cuenten ahora con un marco oficial que abra nuevos canales de diálogo entre el gobierno, las empresas y la sociedad civil para afrontar retos comunes. 


Daniel Vercelli Baladrón, 

Socio y Managing Partner de Manuia

Mentor y director de startups

europapress