​El futuro del país y de la derecha depende de ordenar a los díscolos

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Rodrigo Barcia


Estamos en un escenario político muy delicado. Las señales son demasiadas para ser ignoradas. No se trata sólo que la Convención Constitucional está en manos de la extrema izquierda, a ello se suma un gobierno al que, durante todo el período presidencial, se le negó el poder sacar adelante la más mínima modificación legislativa, la deuda pública y el gasto público desatados, un populismo extremo en el Congreso -que está destruyendo la económica y todo el sistema previsional-, la pérdida del orden público en todo el país (con delincuencia validad y promovida por medios de comunicación y partidos políticos de extrema izquierda), y un largo etcétera. Los economistas señalan que lo relevante en cualquier análisis más que los datos específicos es la tendencia y ella no es buena. La tendencia mundial tampoco se ve muy positiva, por tanto, hay que armar rápidamente un centro político fuerte. Pero ¿cómo hacerlo? En la izquierda ello es imposible desde que la izquierda centrada y democrática ha cedido su lugar a la extrema izquierda. Así se puede apreciar que los candidatos de la izquierda, fundamentalmente Boric, apoyado nada menos que por el PC, y, en menor medida, Provoste no son de centro. Provoste se ubican en el extremo de la izquierda en materia económica,). Provoste es más de centro ya que no se puede dudar de sus credenciales democráticas, ni de respeto de la democracia y el Estado de Derecho, pero Boric está por la demolición de la democracia y seguramente terminará propiciando un Estado a lo cubano. A pesar que el candidato se empeñe por desmarcarse de estas posiciones, es evidente que los partidos que lo apoyan promueven un sistema de orden totalitario y dictatorial.

Por eso es tan importante mirar hacia la derecha con sus candidatos Sichel y Kast. El problema de la derecha no es, ni han sido los arteros ataques de la extrema izquierda –representados por el PC y el FA-, sino los ataques de su propio sector. Sichel tiene una buena intención de voto, pero al igual que el presidente Piñera, está siendo afectado por su propio sector. Sichel tiene claro que debe dar una señal de gobernabilidad y cohesión para enfrentar a una extrema izquierda sumamente hábil políticamente. El que una izquierda tan deficitaria haya llegado tan lejos, se explica con el gran manejo mediático que ha tenido del tema social. ¿Cómo un candidato de centro puede ser creído en torno a un cambio de rumbo (que es lo que el país necesita a gritos), que nos lleve a la restitución del orden público, el crecimiento y políticas públicas sensatas (centradas en la igualdad de oportunidades), por una parte, y en que sea capaz en un futuro mediato de generar una nueva constitución (a través de otro proceso que se debería instalar), si su sector continuamente aprueba las iniciativas legales de la oposición? ¿Cómo tratar a los díscolos de la derecha (los herederos de Ossandón y Desbordes?). Si la centro derecha no deja que Sichel ordene el sector, no será posible realizar ningún cambio de rumbo. El cambio de rumbo de las ruinosas decisiones adoptadas por las presiones de la extrema izquierda requieren un centro fuerte. En caso que Sichel no lo logre los descontentos con lo que ha sucedido los últimos años mirarán hacia Kast, y así la lucha electoral se dará entre dos candidatos, que representan el extremo del abanico político. Estos dos candidatos tienen rasgos comunes, ambos señalan defender la democracia, el estado de Derecho y los derechos humanos, pero se rodean de sectores que claramente no creen en ello (con matices importantes). En este escenario nos estaríamos acercado a una solución similar a la que se dio en la segunda vuelta del Perú. Ahora bien, analizando estos extremos el peligro de instaurar un régimen reñido con la democracia, el estado de Derecho y los derechos humanos es muy claro en la izquierda. Ello no se debe sólo a que en Latinoamérica hoy las dictaduras son de izquierdas –a diferencia de los años 70 y 80-, como sucede en Cuba, Nicaragua y Venezuela, ni tampoco porque todos sabemos lo que sucede cuando el PC llega al poder; sino porque de prosperar la nueva constitución, las estrellas estarán alienadas para ello. Por esto es tan importante que se levante una centro derecha fuerte, y es tan urgente ordenar a “los nuevos díscolos”.


Rodrigo Barcia Lehmann.

Abogado, doctor en Derecho y magister en Economía.

europapress