Fue inevitable recordar la icónica pregunta de Vargas Llosa, referente al Perú. La oposición rechazó la idea de legislar respecto de los sistemas de admisión en las escuelas y la reforma previsional. Concordantemente me pregunté cuándo se salvó Chile. Fue cuando con el gobierno militar se instauró una economía de mercado y de respeto a la propiedad privada, que tanto en ese período como posteriormente con la Concertación, le dieron al país un impulso económico, social y político como nunca antes se viera en nuestra historia. La segunda oportunidad en que se salvó Chile, fue cuando salió elegido Piñera en su segundo mandato en 2017, evitando la caída en picada si hubiera sido la izquierda la que hubiera ganado las elecciones últimas. Preparadita tenía la reforma constitucional que le hubiera dado el paso legal para desandar todo lo que el país avanzó en más de cuarenta años, avanzando raudamente en la propiedad y control del Estado en todos los estamentos
Pero corremos un inminente peligro de caer en picada, como sucedió con Argentina y más acentuadamente con Venezuela, producto de la particular forma de gobernar que tiene la izquierda. La izquierda, fiel a su tradición marxista, cree que todo lo que constituye avance y civilización, sus normas, costumbres y reglas consuetudinarias, no son más que invenciones de la clase dominante, léase el 0,01% de los chilenos, para explotar a los ciudadanos.
No conciben esta superestructura, como la llaman, como un organismo virtuoso capaz de dar progreso y libertad a la gente, sino como forma de explotar al resto de la sociedad. No ven que eso que desprecian son elementos de avance y desarrollo para todos, y buscan sustituirlo por formas opresivas de gobierno que sólo conducen a la ruina económica de los países.
Por supuesto que nada de esto se ve en la discusión política del día a día. Sólo que “se buscaba elevar el monto de las pensiones a los más necesitados” y que en lugar “del 20% darle el 40%,” o que cubriera “no sólo el 60% del sector sino el 80%”. Si no hay freno, se gasta más de lo que se tiene, se lanza una catapulta de impuestos (Francisco Vidal quiere reinstaurar el impuesto al patrimonio), y finalmente viene la tiranía, para llegar a la igualdad, pero en la pobreza.
Hay que hacer que la izquierda muestre su verdadera cara, ilustrando a los chilenos como, de esta manera, serán engañados con el peor populismo. Y que después, nadie los sacará del hoyo que los meterán, a ellos, a su familia, a sus hijos. Como los 4 millones de venezolanos que ahora huyen con una mano adelante y otra atrás, de un gobierno que seguramente ellos ayudaron a elegir.
Enrique Goldfarb