Luis Riveros



Luis Riveros

No es momento para slogans ni para fomentar fetiches comunicacionales destinados a torcer una informada voluntad ciudadana. La determinación que debe tomar Chile en los próximos días es de vital trascendencia para su futuro, lo cual va más allá de los mensajes que se animan a distorsionar la legítima voluntad ciudadana en torno al país y sociedad que quiere.

Durante su gestión como Ministro de Justicia, Culto e Instrucción don Manuel Montt, más tarde Presidente de la República, dio lugar a iniciativas educacionales que contenían una profunda visión de país. En efecto, se crearon allí tres institucione clave para el desarrollo y consolidación de la República: la Universidad de Chile, la Escuela de Artes y Oficios y la Escuela Normal de Preceptores. Con ello, el país daba lugar a una nueva era en materia formativa y en cuanto a la maduración de la institucionalidad republicana.

La desinformación va de la mano con una mala información, distorsionando la toma de decisiones correctas. Esto es un principio que se mantiene en vistas a decisiones de todo tipo, las cuales se ven a veces enturbiadas por afirmaciones como “no lo sabía”, “no lo había entendido así” o el más popular entre chilenos: “me dijeron otra cosa”.

Nuestros políticos no fueron capaces de diseñar un plan adecuado en las materias indicadas y, en particular, dejaron de lado la necesidad de recuperar una educación que el país necesitaba para evitar lo que hoy es ya un triste hecho: analfabetismo funcional, ignorancia diseminada por doquier, escasa formación valórica y nula formación ciudadana.

En el Chile de hoy predomina abiertamente el temor. La ciudadanía se siente amenazada por la violencia y la delincuencia que impera en todo orden de cosas y en cualquier realidad socio económica. De modo similar, por el terrorismo que empieza a expandir sus nocivos efectos fuera del sur de Chile, donde radica abiertamente hace ya varios años.

Como se ha señalado en forma reiterada en distintos análisis, el país vive una grave crisis institucional. Esto ha sido fruto de un largo proceso que se ha venido intensificando, dando paso a elaborar como camino de salida una especie de refundación del país, haciéndolo retroceder a sus orígenes pre republicanos.

Ha trascendido que la Convención Constitucional debate la idea de que la formación de médicos, que ocurra en universidades privadas, no podrían hacer su residencia o fase práctica en clínicas privadas

La democracia depende en gran medida de la solidez de las instituciones republicanas, de la solvencia con la que enfrentan los tránsitos sociales y los retos que los mismos levantan.

Una sociedad civilizada debe admitir el disenso y procurar el respeto por todas las opiniones ante cualquier dilema que conduzca a una decisión, o simplemente si se trata de una confrontación de principios o ideas.

La República de Chile ha sostenido tanto en la Constitución de 1925 como en la del año 2005, el principio fundamental de un Estado laico, esto es uno que no sustenta una “religión oficial”, sentando así las bases para una separación efectiva entre asuntos de iglesias y asuntos de Estado.