Ideologismos

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Luis Riveros

Ha trascendido que la Convención Constitucional debate la idea de que la formación de médicos, que ocurra en universidades privadas, no podrían hacer su residencia o fase práctica en clínicas privadas. Otra versión de lo mismo, por lo que ello implica, es que, simplemente, la formación de médicos no se pueda llevar a cabo en universidades privadas. Lo mismo se estaría considerando para el caso de formación de profesores, los que no podrían realizar sus prácticas en colegios privados. Todo esto, que traduce un ideologismo a toda prueba está asentado en pobres consideraciones intelectuales y un desconocimiento abrumador de la realidad de la educación superior. En primer lugar, hay que notar que la formación de médicos y profesores en entidades privadas de educación superior es muy antigua y no puede asociarse al fantasma del neoliberalismo que parece provocar diagnósticos y soluciones entre muchos cultivadores del ideologismo. Las universidades privadas creadas desde fines del siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX, gozaron todas del principio de libertad de enseñanza que siempre ha sido una definición contenida en la Constitución Política de distintas épocas y es base de la nacionalidad, que muchos parecen ahora querer destruir. En segundo lugar, las universidades creadas a partir de las dos últimas décadas del siglo XX tienen carreras de medicina y pedagogía acreditadas y exhiben una sustantiva calidad académica. La formación de profesores, por ejemplo, aunque alicaída por los mismos ideologismos que han llevado la carrera docente a una crisis sostenida, también fue caracterizada por seriedad y por el ejercicio de la excelencia académica, que ha decaído en todas las entidades formativas debido al abandono en general de la educación. En ningún caso se podría restringir la educación que se otorga por parte del sector privado, puesto que en la mayoría de las instituciones formativas de médicos y profesores, así como de las demás profesiones, prima la excelencia académica que es probada, además, por la alta empleabilidad de los egresados.

Los trascendidos acerca de las discusiones y aprobaciones de textos constitucionales en la Convención, levantan preocupación en muchos campos. El de la educación superior es uno más, cuando lo que se desea, aparentemente, es coartar la educación superior privada, sin mirar en absoluto la historia, las estadísticas y los principios de libertad que la han inspirado desde su fundación, y que se han convertido en una creíble contraparte de la educación pública. La Constitución debe contemplar el derecho de las familias para elegir la educación que desean para sus hijos y asegurar que el ejercicio privado se de en condiciones de calidad y transparencia que debe asegurar la ley. Los ideologismos no debieran nunca tener cabida, como sí lo están teniendo al parecer en el cuerpo principal del ordenamiento institucional del país. En materia de educación, así como fue criticable el esfuerzo contra la educación pública que se llevó a cabo por años, así es también criticable ahora esta especie de injusta “vuelta de mano” contra la educación privada. En lugar de desarticular algo que está funcionando bien –porque nadie puede asegurar que la formación de profesores y médicos en entidades privadas sea de calidad cuestionable—sería mejor que se asegurara que lo público funcione mejor. En realidad el decaimiento de la educación pública es preocupante desde hace muchos años, y la crisis terminal que parece estar viviendo se simboliza muy bien en las acciones de guerrilla urbana de muchos de los estudiantes de los otrora liceos emblemáticos. Si esto no se ordena, lo único que sucederá es un mayor fortalecimiento de lo privado, a pesar de los intentos del ideologismo por reprimirlo.


Prof. Luis A. Riveros

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