La inflación total ha bajado más rápido de lo proyectado en septiembre, en un entorno económico global y local algo mejor que lo esperado, consignó del Banco Central a través del Informe de Política Monetaria (IPoM) de diciembre 2025, presentado este miércoles. En el escenario central de este informe, indica la eurotodad la inflación llegaría a la meta de 3% en el primer trimestre de 2026. Esto considera un comportamiento más favorable de algunos factores de costos, en un contexto en que los riesgos para la convergencia inflacionaria se han reducido. En general, la actividad local ha estado en línea con lo esperado, con una inversión en maquinaria y equipos que ha sido más dinámica.
En el plano internacional, el impulso externo es algo mayor para Chile. La actividad mundial ha sido resiliente a los shocks de incertidumbre de inicios de año y las condiciones financieras han mejorado. El alza del precio del cobre ha impactado positivamente los términos de intercambio. De todos modos, los riesgos globales siguen siendo importantes. El Consejo evaluará los próximos movimientos de la TPM considerando la evolución del escenario macroeconómico y sus implicancias para la convergencia inflacionaria.
La inflación se redujo desde el IPoM de septiembre y se encamina a alcanzar la meta de 3% en los próximos meses. En noviembre, la variación anual del IPC total y subyacente fue de 3,4%, frente a valores cercanos a 4,0% en agosto. Las expectativas de inflación a plazos más cortos también han disminuido, mientras a dos años permanecen alineadas con la meta.
La inflación acumulada en los últimos cuatro meses fue menor que lo previsto en el IPoM anterior, incidida por un comportamiento más favorable de algunos factores de costos. La diferencia se concentró en los bienes, en la que influyó la apreciación del peso —de más de 4% desde el IPoM anterior— y el efecto que habrían tenido los desvíos de comercio sobre los precios de algunos bienes importados. También incidió el comportamiento atípico del precio de algunos alimentos. Todo esto ocurre en un contexto en que la volatilidad mensual de la inflación de bienes ha mostrado un aumento relevante en los últimos años. En los servicios, no se observaron grandes diferencias. El crecimiento de los costos laborales se ha ralentizado, aunque sigue por sobre sus promedios históricos en términos nominales.
En general, la actividad ha estado en línea con lo previsto, con una inversión que ha sido más dinámica. En el tercer trimestre, el crecimiento del PIB no minero se ubicó en línea con lo previsto. Descontada la estacionalidad, la actividad de estos sectores aumentó 0,4% trimestral (t/t) (+2,6% anual, serie original), destacando la evolución de los servicios y, en menor medida, del comercio. A su vez, el crecimiento del PIB total se contrajo 0,1% t/t en el tercer trimestre (+1,6%, serie original). Este resultado fue menor de lo esperado debido al desempeño del sector minero, afectado por una merma en la producción de algunas faenas y una menor ley del mineral.
Dentro del gasto, destaca el desempeño de la formación bruta de capital fijo (FBCF), especialmente en maquinaria y equipos. En el tercer trimestre, este componente volvió a crecer por encima de lo previsto y las cifras de importaciones de bienes de capital de octubre y noviembre confirman que su dinamismo se ha mantenido. Los proyectos mineros y energéticos continúan siendo el principal impulso en la expansión del componente de maquinaria y equipos. La inversión en construcción y obras sigue rezagada.
El consumo privado ha evolucionado en línea con lo esperado, con mejoras en algunos de sus fundamentos. Tal como se proyectaba, su velocidad de expansión trimestral se moderó respecto de trimestres previos. Respecto de sus fundamentos, las expectativas de los consumidores han aumentado. El mercado laboral muestra mejoras, aunque persisten desafíos relevantes. La tasa de desocupación bajó desde el IPoM de septiembre, pero permanece por sobre promedios históricos. La creación de puestos de trabajo todavía es acotada.
En el plano externo, la economía mundial ha mostrado mayor resiliencia de lo previsto. En el tercer trimestre, el crecimiento de la actividad en Estados Unidos habría superado las expectativas, aunque el mercado laboral continúa debilitándose. En la Eurozona, también hubo sorpresas positivas en la actividad, en parte asociadas al mayor gasto en defensa en un conjunto de economías. América Latina presentó un desempeño favorable, mientras en China las cifras se mantuvieron en línea con el objetivo de crecimiento fijado por sus autoridades.
El auge de las nuevas tecnologías y las expectativas sobre su impacto en la productividad ha impulsado el desempeño global, con efectos notorios en el sector real y financiero, principalmente en Estados Unidos. Las inversiones en este ámbito se han vuelto un motor importante de esta economía, aportando más de un tercio del crecimiento anual del PIB en el segundo trimestre de 2025. Las ganancias bursátiles en Estados Unidos han sido lideradas por acciones vinculadas a la inteligencia artificial.
Los términos de intercambio han mejorado en los últimos meses. El precio del cobre superó los US$5 la libra (BML), impulsado por problemas de oferta y una mayor demanda, ligada a la inversión en inteligencia artificial, la transición energética y el gasto en defensa. Los precios del petróleo han disminuido ante perspectivas de mayor suministro, aunque los precios de refinados como la gasolina no han bajado en la magnitud que se anticipaba debido a distorsiones puntuales en ciertos mercados.
En este contexto, respecto de septiembre, se observan alzas generalizadas en las bolsas y movimientos mixtos de las tasas de interés. La Reserva Federal volvió a reducir su tasa de referencia y se espera que continúe recortándola durante 2026. Destaca la apreciación de varias monedas latinoamericanas, incluido el peso chileno.
De este modo, el impulso externo para la economía chilena es algo mayor, con una leve alza del crecimiento previsto de los socios comerciales y una mejora en los términos de intercambio. El primero se corrige de 2,6 a 2,8% en promedio para 2025-2026. En los términos de intercambio, el precio del cobre se revisa al alza en todo el horizonte de proyección, junto con una baja acotada de las estimaciones para el petróleo.
De todos modos, los riesgos del panorama internacional continúan siendo elevados. Persisten las tensiones geopolíticas, más allá de que algunas se han atenuado. Las tensiones bélicas se mantienen y las economías desarrolladas —en particular en Europa— están aumentando su gasto en defensa, lo que podría agravar su situación fiscal. Se suman las dudas sobre la valoración de los activos globales.
Proyecciones
El escenario central es algo más favorable que en el IPoM previo. Se estima que el PIB crecería 2,4% en 2025, en la parte media del rango de septiembre (2,25-2,75%). Para 2026, el rango se revisa a 2,0-3,0% (1,75-2,75% en septiembre). Para 2027, el rango se mantiene entre 1,5 y 2,5%, en línea con el crecimiento de tendencia de la economía. Las proyecciones de crecimiento han ido aumentando sostenidamente durante 2025 —sobre todo para los rubros no mineros—, en la medida que el panorama global ha sido resiliente y la inversión local más dinámica que lo previsto, especialmente en los rubros de minería y energía.
Las perspectivas para la inversión vuelven a mejorar, impulsadas por una evolución más favorable de sus fundamentos. El precio promedio del cobre proyectado sube a US$4,7 en 2026 —lo que determina el menor déficit de la cuenta corriente previsto para ese año— y a US$4,6 en 2027 (US$4,3 antes para ambos años) (Recuadro II.1). Se suma que las condiciones financieras y las expectativas empresariales han mejorado en relación con años previos. Además, se espera que durante el horizonte de proyección el impulso de la inversión se vuelva más transversal entre sectores. Así, la FBCF crecería 7% en 2025 y 4,9% en 2026 (5,5 y 4,3% en septiembre). Para 2027, se sigue estimando un crecimiento de 3,1%.
Las proyecciones para el consumo privado tienen ajustes acotados. Se espera que continúe acercándose a tasas de expansión coherentes con el PIB de tendencia. Su crecimiento anual se acercará a 2,5% en 2025 y 2026, y a 2% en 2027, apoyado por el incremento sostenido de la confianza de los consumidores y de la masa salarial.
Para el gasto fiscal, en 2026 el escenario central considera un crecimiento en línea con la Ley de Presupuesto. Para 2027, se incorporan los gastos comprometidos contenidos en el Informe de Finanzas Públicas del tercer trimestre de 2025.
La inflación total se ubicaría cerca de 3% en el primer trimestre de 2026 —hacia mediados de año en el caso del IPC sin volátiles— manteniéndose en torno a ese valor durante el resto del horizonte de política monetaria. Esto considera, entre varios factores, una apreciación del tipo de cambio real, que parte de un nivel más bajo debido a su evolución reciente, coherente con la evolución de sus fundamentos. También incluye una reducción de las tarifas eléctricas a inicios de 2026, conforme a lo informado por la autoridad. A estos elementos se contraponen presiones inflacionarias acotadas por el lado de la demanda, dado que la mayor inversión se concentra en transables y algunos indicadores sugieren un incremento de la productividad.
Política monetaria
La inflación se ha reducido más rápido que lo proyectado en septiembre, en un entorno económico local y global algo mejor que lo esperado. En el escenario central de este IPoM, la inflación llegaría a la meta de 3% en el primer trimestre de 2026. Esto considera el comportamiento más favorable de algunos factores de costos, en un contexto en que los riesgos para la convergencia inflacionaria se han reducido.
El Consejo evaluará los próximos movimientos de la TPM considerando la evolución del escenario macroeconómico y sus implicancias para la convergencia inflacionaria. Además, reafirma su compromiso de conducir la política monetaria con flexibilidad, asegurando que la inflación proyectada se ubique en 3% en el horizonte de dos años.
El Consejo revisó el rango de valores estimados para la TPM neutral a 3,75-4,75% en términos nominales. Para efectos de los escenarios de proyección, se utiliza como supuesto metodológico el punto medio de este rango, 4,25%.
Los límites del corredor de TPM se definen por escenarios de sensibilidad similares a los de septiembre. El borde superior se asocia a una demanda interna más dinámica. El mayor impulso de la economía local podría alentar las expectativas y el gasto de hogares y empresas, en un entorno de condiciones financieras más laxas, costos laborales creciendo por sobre sus promedios históricos y un precio del cobre más elevado. Esto generaría mayores presiones inflacionarias.
El borde inferior corresponde a un escenario donde las condiciones financieras globales se deterioran y afectan negativamente la economía local. Esto podría ocurrir de darse una corrección de los precios de activos de las empresas tecnológicas que afecte las condiciones de financiamiento externo, la actividad mundial y los precios de las materias primas, en especial el del cobre. En estas condiciones, la demanda interna se debilitaría, reduciendo las presiones inflacionarias.
El Consejo estima que el riesgo de una reversión abrupta de las condiciones financieras globales continúa siendo importante. Esto podría ocurrir por diferentes motivos. Por ejemplo, por un retroceso en el optimismo sobre los impactos de las nuevas tecnologías en la productividad, que reduzca el apetito por riesgo. También podría ocurrir ante desarrollos menos favorables de las tensiones geopolíticas vigentes, como una escalada de la guerra comercial o de los conflictos bélicos. Igualmente, podría darse ante un deterioro más marcado de la situación fiscal o institucional en las principales economías. Estos factores deben ser monitoreados cuidadosamente, tal como se destacó en el último Informe de Estabilidad Financiera.