Sr. Director,
A fin de año, el gerente general de Sodimac, Eduardo Mizón, dejará su cargo, para enfocarse en roles de director de empresas. Situación similar vive Fernando de Peña, CEO de Mallplaza, quien suena para convertirse en el próximo presidente de Falabella. En este contexto, surge la pregunta sobre cuándo un gerente general está preparado para ser director.
Primero, hay que hacer algunas distinciones. Ser gerente implica estar en el terreno de la administración, lo que involucra estar en el día a día de la compañía, para obtener los resultados idóneos. Mientras, que el director tiene que enfocarse en la visión de largo plazo de la empresa con la finalidad de entregar posturas claras a la gerencia, para que todo fluya de acuerdo al plan trazado por el directorio. Son roles distintos, ya que gobernar no es administrar y administrar no es gobernar. Esto debe estar claro. La evidencia es consistente.
Es evidente que en ocasiones algunos gerentes pueden convertirse en excelentes directores, y estos ejecutivos de seguro lo serán, pero es importante en este paso tener claridad del rol que desempeñan. El de director implica tener una visión más amplia y cuestionadora de la realidad. Implica prever consecuencias y privilegiar consistencia de largo plazo, para co-evolucionar con los cambios sistémicos industriales, económicos, políticos y sociales.
Pero, sobre todo implica lo más difícil para un gerente: mantener las manos fuera de la operación y la nariz dentro para captar las “weak signals” que hacen toda la diferencia a nivel de gobernanza. Gobernar una empresa es algo dinámico y en constante renovación, por lo que se requiere a personas preparadas y dispuestas a adaptarse a distintos escenarios desafiantes, constituyendo y cuidando una institucionalidad resiliente y legítima.
Gonzalo Jiménez Seminario
CEO de Proteus Management & Governance
Profesor adjunto de Ingeniería UC