Está próximo a dilucidarse el panorama electoral presidencial. La primera vuelta ha señalado caminos bien definidos en torno a las preferencias del electorado. Una buena señal ha sido el reencuentro de la derecha, clarificando un panorama de descalificaciones y desencuentros que muchas veces dejaron atrás la prioridad de postular propuestas válidas y serias. En cierto sentido, la primera vuelta ha sido una especie de primaria para los partidos de derecha, a lo cual, contradictoriamente, se resistieron las tres vertientes principales del sector. Ese reencuentro permitirá un cruce de ideas y propuestas en forma más transparente frente a los partidos y movimientos de izquierda, especialmente en cuanto a la factibilidad de tales propuestas, y así facilitará la evaluación ciudadana. Esto es esencial, especialmente cuando empiezan a abundar las propuestas de tipo populista, de esas que suenan bien y hacen sentido, pero son poco factibles sin incurrir en costos mayores para aquellos mismos a quienes se desea beneficiar. No hay que olvidar que el desencanto con la política y el atractivo de propuestas cautivadoras pero no seriamente factibles, dominan una porción importante del electorado. No hay otra forma de entender la votación obtenida por el candidato del PDG.
Lo que debe evitarse es el predominio de noticas falsas, de ideas que son atribuidas falazmente a una candidatura en contradicción con sus postulados verdaderos. La votación obtenida por la izquierda, tan disminuida respecto a sus propias expectativas, no oculta el hecho de derivarse de la mala gestión del actual gobierno. Por eso, el diferenciarse la candidatura de izquierda del virtual abandono de políticas gubernamentales efectivas pasa a ser un factor crucial del debate; esto es, si existirá o no continuismo de un gobierno que, contradictoriamente, cuenta aún con una adhesión mayor que el porcentaje de votos obtenidos por la representante de la izquierda. Para la derecha es vital alejarse de debates que no interesan a la gente, especialmente a la generación de hoy, para concentrarse en las propuestas que atacarán la inmigración ilegal, la delincuencia y el narco tráfico, y los déficits sustanciales en materia de educación salud, previsión y vivienda. Tareas mayores, que van mucho más allá de una sola administración de gobierno.
La ciudadanía ha mostrado sabiduría. Por ejemplo, no eligió representantes en al parlamento a un gran número de “rostros” que poco podrían aportar al debate de ideas. Con todas las excepciones a esto que podrían reseñarse, esto indica que el electorado está efectivamente preocupado por políticas realistas, técnicamente bien fundadas, y que no simulen logros, sino que desnuden y ataquen nuestras verdaderas necesidades.
El poder decidir sobre nuestro futuro es una verdadera fiesta de la democracia, y debemos apreciarla como tal. Es una verdadera pena que otros países en nuestro continente, bajo regímenes dictatoriales, no puedan acceder a esta posibilidad de incidir la ciudadanía en el diseño del furo que se quiere. Eso es algo que debemos proteger por siempre.
Prof. Luis A. Rveros
Universidad Central