El año 2005 los mapas digitales y los dispositivos GPS era una industria que facturaba miles de millones de dólares anuales (con marcas como Tomtom, Garmin,Navquest…) cobrando cientos de dólares por cada equipo de GPS. Era un negocio voyante. Y entonces entró Google, silenciosamente, y lanzando Google Maps. Gratis.
Los fabricantes de GPS se dijeron “eso no va a resultar. Nadie puede ganar dinero si regala el producto”. No entendieron el modelo de negocios que estaba armando Google. No estaba jugando el mismo juego que los fabricantes de GPS. No estaban vendiendo mapas. Estaban recolectando datos. Cada búsqueda, cada ruta, cada mirada a un establecimiento, es combustible para su verdadero producto: los anuncios.
El año 2007 Apple lanzó el iPhone, y necesitaba un proveedor de mapas. Google le ofrece su producto, gratis. Apple obviamente elige Google Maps, con lo cual instantáneamente está en millones de bolsillos. El 2008 Google abrió el código de Google Maps, para que pudiera ser utilizado en otros productos, especialmente Startups como AirBNB, DoorDash, o Uber. En pocos años había miles de “Apps”, todas motorizadas por Google Maps.
Para el año 2010, la industria de dispositivos con GPS colapsa. Sobreviven quienes como Garmin utilizan la tecnología para sus relojes pensados para los deportistas. El resto muere. No es que perdieran frente a un mejor producto. Perdieron frente a un mejor modelo de negocios. Hoy Google factura 11 mil millones de dólares con Google Maps, gracias a la publicidad y ubicaciones patrocinadas. Regalaron los mapas, pero monetizaron lo que se podía vender encima de los mapas.
Hoy Google Maps tiene mil millones de usuarios. Todo, porque entendieron una cosa: el producto no siempre es el negocio. A veces es solo la carnada. Hay que regalar la herramienta o el ecosistema, y monetizar lo que se construye sobre ello.
Esa no fue la única “pasada” de Google. También lo hizo con Android, su sistema operativo para smartphones. Lo desarrolló y lo regaló a fabricantes de smartphones que competían con Apple – que, obviamente, no les iba a vender su sistema operativo. Android tenía una característica particular: el buscador Chrome, también de Google. Y la publicidad era la fuente de ingresos. Steve Jobs lo consideró traición, máxime cuando había ayudado a Google en sus inicios. Y el primero en adoptar Android fue Samsung, que era además el proveedor de los chips de Apple. Doble traición, pero… “business is business”.
Hay lecciones que se pueden extrapolar a otros sectores de la economía. En este caso: “It’s the business model!” Obviamente no es de aplicación universal. Pero cuando el valor está en la información, generar un ecosistema digital y cobrar por lo que se puede hacer con él es la forma de ganar.
Alfredo Barriga
Profesor UDP
Autor “Presente Acelerado: la Sociedad de la Inteligencia Artificial y el Urgente Rediseño de lo Humano”