MADRID 28 Oct. (EUROPA PRESS) - El presidente saliente de Bolivia, Luis Arce, ha promulgado la ley que garantiza el suministro directo de combustible en plena crisis económica y energética que atraviesa el país, si bien ha alertado de que esto tendrá un "efecto inmediato" dado el elevado precio del combustible importado ante el desabastecimiento.
El proyecto de ley, impulsado por diputados de la oposición, recibió el viernes el aval parlamentario. A pesar de que Arce ha alertado de los problemas que puede acarrear esta normativa, que autoriza la libre importación de diésel y gasolina en un plazo de 90 días, el texto ha salido adelante.
"Es importante que el pueblo boliviano sepa que la libre importación y comercialización absoluta que se establece en esta ley, generará que el precio de la venta de combustible sea más elevado que el que se comercializa en gasolineras con subvención, y que esto se vaya generalizando provocará que el efecto sobre la economía de las familias bolivianas sea inmediato", ha apuntado Arce en un comunicado.
La ley señala que habrá una "coexistencia" de carburantes en las gasolineras en casos en los que la compañía Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) no pueda cumplir con el 100 por ciento de la demanda.
Aunque son varios los sectores que impulsan la norma, otros han rechazado y criticado la medida, que consideran "ambigua, improvisada y un ensayo de gasolinazo". "Más allá de las diferencias políticas y ciertas observaciones que realizamos a la ley que hoy estamos promulgando, (...) no saboteamos ni bloqueamos iniciativas sancionadas por otro órgano del Estado cuando se considera que estas podrían contribuir a solucionar un problema que atravesamos", ha afirmado el mandatario.
Asimismo, Arce ha recordado que durante su mandato se han tomado medidas similares para permitir que sectores privados importen carburantes para el consumo directo e incluso para su comercialización.
Durante la campaña electoral de cara a las elecciones presidenciales, la crisis económica ha ocupado el centro del debate. Los indicadores muestran una caída pronunciada del consumo ante una canasta básica cada vez más cara, a lo que se suma la falta de divisas y combustibles, algo que se refleja en las largas colas en las gasolineras.
La escasez de dólares ha estimulado un mercado de cambio paralelo que ha aumentado las diferencias con el oficial, devaluando así la moneda y mermando la capacidad económica de las familias bolivianas; mientras la inflación golpea la industria alimentaria con subidas de hasta el 30 por ciento.