En islas desérticas de Japón, investigadores descubrieron un peculiar ritual de defecación entre las aves marinas, que podría ayudarlas a mantenerse limpias y también fertilizar el océano.
En un artículo publicado en Current Biology, el equipo descubrió que las pardelas listadas (Calonectris leucomelas) defecan mientras vuelan, no mientras flotan, y lo hacen cada 4 a 10 minutos. Este hábito podría ayudar a las aves a mantenerse limpias y fertilizar el océano.
Pero el equipo no se propuso documentar los hábitos de defecación de las aves marinas. "Estaba estudiando cómo las aves marinas corren por la superficie del mar para despegar", comenta Leo Uesaka, autor principal de la Universidad de Tokio. "Al ver el video, me sorprendió que defecaran con mucha frecuencia. Al principio me pareció gracioso, pero resultó ser más interesante e importante para la ecología marina".
Los excrementos de las aves marinas enriquecen el suelo y fertilizan las aguas costeras cercanas gracias a su alto contenido en nitrógeno y fósforo. Los investigadores han estudiado cómo estos nutrientes configuran los ecosistemas terrestres, pero se sabe mucho menos sobre cómo impactan lo que sucede lejos de la costa, en mar abierto, donde las aves marinas pasan la mayor parte de su vida.
Con un estimado de 424 millones de pardelas y sus parientes, sus excrementos podrían fertilizar el agua, proporcionando nutrientes al plancton y a otras especies marinas.
AVES EQUIPADAS CON CÁMARAS
Usando cámaras del tamaño de una goma de borrar, orientadas hacia atrás, sujetas al vientre de 15 pardelas listadas, Uesaka registró y analizó cerca de 200 eventos de defecación. Descubrió que las aves casi siempre hacían sus necesidades mientras volaban y que la defecación solía ocurrir poco después del despegue.
En ocasiones, las aves despegaban solo para ir al baño y regresaban al agua en un minuto. Estos hallazgos sugieren que evitan intencionalmente defecar mientras flotan, señala Uesaka.
"Las pardelas listadas tienen alas muy largas y estrechas, ideales para planear, no para aletear", dice Uesaka. Tienen que batir las alas vigorosamente para despegar, lo que las agota. Esto significa que el riesgo de excretar en la superficie del mar supera el esfuerzo de despegar. Debe haber una razón de peso detrás.
Los investigadores sospechan que este hábito podría evitar que las aves se ensucien las plumas con heces, ayudarlas a evitar atraer depredadores o simplemente facilitarles la evacuación en comparación con la posición flotante.
Durante el vuelo, las aves defecaban aproximadamente cada 4 a 10 minutos. El equipo estimó que las aves excretan 30 gramos de heces por hora, lo que equivale aproximadamente al 5% de su masa corporal.
"No sabemos por qué mantienen este ritmo de excreción, pero debe haber una razón", afirma Uesaka.
Para averiguarlo, planea utilizar cámaras o sensores de temperatura con mayor duración de batería, combinados con GPS, para mapear dónde las aves marinas liberan sus excrementos en el mar. Espera que estos estudios futuros aporten más información sobre el papel de las heces de las aves marinas en la ecología marina.